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Dentro del mismo edificio hay, a más de la sala de observaciones y trabajo, con su multitud de instrumentos y dispositivos, la cámara al vacío para el aluminizado de los reflectores, un laboratorio fotográfico, talleres, de mecánica y electricidad, oficinas, una cocina y un dormitorio.

Hablando de la sala de observaciones, muchas de las funciones del telescopio se hacen automáticamente por medio de procesadoras.

Inclusive, para apuntar el telescopio al lugar del cielo que se quiere estudiar, idos están los tiempos cuando el astrónomo pegaba su ojo al objetivo de su telescopio; aquí, se marca en la procesadora la longitud y la latitud celestes del lugar a estudiar, y automáticamente el telescopio apunta en la dirección exacta deseada, y el domo se abre, también automáticamente.

En realidad, con este instrumento, ya ni hace falta que el astrónomo se moleste en venir al observatorio; puede quedarse tranquilamente en casa, en cualquier parte de la Tierra, y, por medio de líneas telefónicas, tanto mandar sus directivas a las procesadoras como recibir las informaciones e imágenes resultando de las observaciones, y, así, llevar a cabo sus estudios sin siquiera conocer el telescopio por medio del cual opera.

Este telescopio también se puede utilizar para observaciones en infrarrojo; o sea que puede funcionar, y funciona, día y noche.

¿Qué observaciones se lleva a cabo? Se busca planetas de estrellas otras que la nuestra; se observa la formación de estrellas por la condensación de nubes siderales; se busca gluotones negros; se estudia el centro de nuestra galaxia; se estudia los movimientos internos de varias galaxias; y, naturalmente, se estudia la expansión y la edad del universo.

Parece que la contaminación del aire no molesta demasiado las observaciones porque se estabiliza a una altitud de 1.500 metros, y los observatorios se encuentran más allá, a unos 2.000 metros de altitud.

Lo que más molesta es la contaminación luminosa desde Tucson. Vimos tres fotografías nocturnas, a varios años de intervalo, de Tucson visto desde el cerro, y no es de extrañarse que los astrónomos ni quieren hablar de ello, probablemente no quieren utilizar palabras que no están en el diccionario.

Aprendimos dos datos incidentales.

•  Uno, que los Chinos antiguos ya conocían y observaban las manchas solares.

• Otro, que, siendo la órbita terrestre una elipse y no un círculo, la velocidad de traslación de la Tierra varía durante el año y, por lo tanto, también varía el largo de los días solares.