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~ Naturalmente, a más de los médanos grandes, hay toda una variedad de pequeños rizos. Lo interesante de estos rizos es que la distancia entre sus crestas respectivas indica la distancia que los granos de arena saltan bajo el empuje del viento - aunque esto seguramente cambiará con la fuerza del viento; y los granos de arena que así caen después de su salto, a su vez empujan hacia adelante los granos de arena que ya estaban en el rizo.

~ Los médanos tienen sus dos pendientes desiguales: la pendiente de barlovento es más suave y se va formando de a poco, grano a grano, en relación directa con la cantidad de arena traída por el viento; la pendiente de sotaviento es más empinada y va tomando y adaptando su forma más intermitentemente, a medida que la cresta del médano se vuelve demasiado alta y su peso cede repentinamente hacia el lado de sotavento.

~ Otro detalle de la estructura de un médano es que, por lo menos en teoría, hay una mayor proporción, de arena gruesa del lado de barlovento, y, viceversa, de arena fina del lado de sotavento, porque el viento empuja con más facilidad la arena fina y, por lo tanto, la puede empujar hacia la cresta y hacia el otro lado, mientras que la arena gruesa, ofreciendo más resistencia, tiene más dificultad en alcanzar la cresta y tiende más a quedarse al pie de barlovento del médano.

~ Crestas de médanos habitualmente están encorvadas en una misma dirección; pero no así en este caso, donde algunas están fuera de norma; ello se debe a los vientos que, en vez de soplar mayormente de un cuadrante, con, a veces, una simple inversión de dirección, soplan también desde otros cuadrantes.



Los médanos

¿Habrá médanos, cómo serán los médanos, en el desierto costero del Perú, y, en contraste, en el desierto andino de Atacama, en Chile, si es que llegamos allí?

>!!
 En cuanto al monumento nacional de Vespuccia pero que Vespuccia no conoce, pasó lo siguiente.

Mientras nos estábamos atareando con nuestros quehaceres matutinos, vino a vernos el encargado de los Grandes Médanos como monumento nacional para charlar y hacernos las preguntas de siempre, qué hacemos, a dónde vamos.

Ello nos dio la oportunidad de poner en práctica, por primera vez, una política que se nos había ocurrido para divertirnos un poco, a saber que, a la persona que nos haría tales preguntas, le diríamos, sí, se lo vamos a decir, siempre que Usted nos diga qué es América.

Pero, en este primer caso nuestro, nos encontramos repentinamente en un remolino de sorpresas como si hubiese habido relámpagos tras relámpagos cayendo a diestra y siniestra de nuestros pies.

Nos dijo, en apretada síntesis, el empleado del gobierno de Vespuccia: