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escaleras de madera de 10 metros de alto a media altura de los acantilados; tuvimos que arrastrarnos por un estrecho túnel, del mismo ancho que el ancho de los hombros de Karel, de manera que, a todo su largo, Karel estuvo rozando los dos costados del paso; y, en un lugar dado, el paso se redujo un poco más todavía, de manera que Karel vio su progreso todavía más problemático, hasta que, finalmente, logró asomar la cabeza y, con alivio, los hombros, a la salida del otro lado de dicho paso.



¡No hay que engordar mucho!

Para conjurar un sentir de cómo era la vida en estos cantilpueblos, hay que dividir la cosa en dos: lo que se puede ver y lo que se debe imaginar. Y vamos a tomar como ejemplo el más grande de los cantilpueblos de Mesa Verde, el denominado Cliff Palace, Palacio de Acantilado.

*  Lo que se puede ver, es así.

En la vasta media luna que es el muy voluminoso ahuecamiento en el farallón, una cautivante, difícil de desembrollar en un primer vistazo, confusión de restos, de paredes parciales que son restos de cubículos, de paredes enteras que todavía forman cubículos enteros, de torreones de alturas equivalentes a tres pisos, y de chatos recintos circulares a ras de piso en los espacios restantes.

La información arqueológica es, que es un conjunto de algo más de 200 habitaciones, en estructuras de hasta cuatro pisos; que no todos los torreones son torreones, que son testigos de pisos enteros anteriores, en parte derrumbados, de los cuales los aparentes torreones son sólo parciales sobrevivientes; y que los recintos circulares a ras de tierra son kivas sin sus techos, la extraordinaria cantidad de 23 kivas.

Lo que, después de recorrer el complejo - de lo cual ya dijimos algo - se puede expresar de otra manera: un conventillo, mejor dicho un hormiguero, cuando se sabe cómo es un hormiguero por dentro; con habitaciones comúnmente de 2,4 metros de largo por 1,8 metro de ancho y de cielorrasos frecuentemente de 1,5 metro de alto, a veces alcanzando 1,7 metro, a veces bajando a 1,2 metro de "alto", sin otra entrada, a veces, que por el techo; e, independientemente de lo exiguo de las medidas, de formas frecuentemente constringentes, más calabozos que normales celdas carcelarias.

En cuanto a la densidad de población, nos divierte haber encontrado dos opiniones. Una opinión: un total de entre 200 y 250 personas; lo que, considerando que hay algo más de 200 habitaciones, resulta en algo de una persona por habitación.  Otra opinión: una familia por cubículo.

Considerando tales apremios de espacio, parece aun más extraordinaria la cantidad de 23 kivas, y más aún, cuando se nota que esas kivas ocupan casi la mitad del espacio disponible en el farallón, o sea - tomando en cuenta algunos espacios de comunicación - que ocupan un espacio igual al espacio ocupado por todo lo demás.