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De Logan, sale una ruta por un cañón, de paredes, según proclama la fanfarria de la propaganda turística, verticales y de más de un kilómetro y medio de alto.  Ahí vamos ahora.

Cañón hay. Pero, por una parte, dudamos de que la altura entre el fondo del cañón y el punto más elevado del terreno superior alcance, ni de lejos, la anunciada; y, por otra parte, la verticalidad de las paredes probablemente hoy estará en exhibición en otra parte porque, aquí, no la hay; así que, aquí, pasa lo de siempre: primero, el exceso, llegando a engaño, de la propaganda, lo que, por las expectativas no satisfechas, perjudica la impresión recibida; y segundo, la tendencia a destacar lo simplístico como ser, en este caso, una medida, y no enredarse en una descripción de los aspectos más sutiles - y éstos, este cañón los tiene.

Los tiene, y son mucho más interesantes que una simple medida: tiene muy interesantes formaciones rocosas, que nada tienen que ver con su medida; tiene un abundante arroyo; tiene una lujuriante vegetación; es un muy interesante ejemplo de un oasis escondido en una hendidura de la corteza terrestre en el medio de inmensidades que, ya sabemos, son áridas; a más del arroyo, tiene un manantial que surge de la tierra en una gruta; y nosotros vimos una cueva, como un corredor adentrándose lejos en una de las paredes del cañón, demasiado profundamente para animarnos a visitarlo, tanto más que, de su interior, salía un muy fuerte olor a animales salvajes; ¿quién sabe, quizás un puma?

Hay también unos carteles explicativos de varios rasgos geológicos. Y de que es un lugar concurrido, si no apreciado, la basura tirada en el suelo, por todos los lados, no deja ninguna duda.

Aquí, en una pequeña pradera, al lado del arroyo, pernoctaremos; pero no sin recelos, recelos que no empezaron aquí en el cañón sino ya en el momento cuando pasamos de Idaho a Utah, recelos causados por un incremento en las radiaciones nucleares, las que, creemos, alcanzan niveles más altos que los registrados por nuestro detector en Nuevo México, Nevada, etc. De todos modos, hoy dormiremos aquí.

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Otra razón por qué pasamos por Logan es que, cerca no más, hay la fábrica de quesos y manteca más grande del oeste de Vespuccia; y esta mañana, la vamos a visitar.

En la fábrica de quesos y manteca, notamos, su tamaño, su organización propietaria, los aspectos visibles de la fabricación de quesos y manteca - y los aspectos invisibles, pero quizás los más interesantes, de la fabricación de quesos, por lo menos del tipo de quesos que fabrican aquí - que nada tienen en común con la variedad y delicadeza de muchos de los quesos no vespuccianos.