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hectáreas, con propósito muy especial y muy a tono con la vida moderna, enseña todas las tareas agropecuarias a citadinos cansados de la artificialidad de la vida urbana. Gratis pero traer cama y comida propias.

Idaho, que bien se podría escribir Aidaho porque así es que se pronuncia, es una palabra paraborigen y significa "salida de Sol", o "amanecer".

La fama de Idaho descansa en sus papas. En este país, decir Idaho es decir papas de hornear. Si los Quechuas supieran hasta donde fueron a parar sus tubérculos.  Por ahora, nada vimos.

Mañana, tenemos una nueva cita industrial, esta vez, para visitar una mina de plata.

Vamos a pasar la noche en la reserva paraborigen de Coeur d'Alene. Incidentalmente, anoche, pernoctamos en otra reserva autóctona, la de los Nez-Percés - de los Narices-Perforadas.

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Esta mañana, decidimos echar un mejor vistazo a esta reserva de Coeur d'Alene porque anoche, a primera vista, nos pareció increíble.

Efectivamente, es la primera reserva paraborigen donde vemos tierras aptas para cultivo - y cultivadas: campos arados, vacas en pastaje, heno almacenado para el invierno que se aproxima, huertas cerca de las casas, las casas, limpias y bien cuidadas, bosques de pinos explotables y explotados, con centenares de troncos esperando ser llevados al mercado, un gran horno de carbón de leña; y hasta un colmenar como nunca vimos hasta ahora, con todas sus colmenas no apenas elevadas del suelo sino en una plataforma a aproximadamente dos metros del suelo, más alto que un hombre.

Prueba, todo ello, de que los paraborígenes no son los vagos y los borrachos que cierta gente quiere hacernos creer - siempre que, naturalmente, en vez de darles desesperación, se les deje los medios de trabajo que les pertenecen por derechos inveterados.

Estamos en un sitio conocido por el hecho de que, según se dice, un río fluye por un lago, el río Saint Joe por el lago Chatcolet, sin que las aguas del río y del lago se mezclen; hasta hay un sitio de observación, y hasta hay un cartel alusivo; pero, francamente, nosotros nada vemos en absoluto; quizás justamente no haya función de mañana.

Nos estamos acercando al pueblo de Kellogg; por un camino permanentemente sinuoso, kilómetros tras kilómetros. Camino, créase o no, a todo su largo - cada centímetro sin la menor excepción - dividido por esa estúpida doble línea >>>>>>>>