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El tiempo está lluvioso, hasta tormentoso; lo que, a la vez, limita la visibilidad pero, a las perspectivas que hay, les da profundidad; como los últimos rayos del Sol están tratando de abrirse paso, el resultado final visual es bastante atractivo.

Hemos bajado 520 metros desde nuestro punto de observación del ferrocarril, y hemos salido del parque nacional Yoho.

Vamos a pasar la noche en un bosquecillo que no deja muchas ilusiones en cuanto a tranquilidad: de un lado, a pocos pasos, la carretera trans-Canadá, y del otro, a pocos pasos, el ferrocarril trans-Canadá; pero nos vamos a quedar aquí porque el paisaje y la carretera entre nuestro belvedere y éste nuestro dormitorio nos gustaron tanto, con sus cerros, nubes, neblina, curvas, en la penumbra del anochecer, que decidimos, mañana tempranito, volver a nuestro observatorio del ferrocarril en 8 y volver a bajar otra vez antes de seguir camino.

Antes de que nos olvidemos, esta carretera también tiene sus ramales de escape para camiones que pudieran irse fuera de control.

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Esta madrugada, subimos, observamos, disfrutamos, bajamos; y ahora seguimos viaje.

El camino resulta ser dramáticamente pintoresco; con el habitual trío - río, carretera y ferrocarril - apretado en una quebrada tan estrecha y convulsionada que la carretera, muchas veces, no tiene por dónde pasar y tiene que escurrirse en corniza. Nos preguntamos por qué este trecho no está incluido dentro del parque de Yoho.

Pasado el pueblo de Golden, otro tipo de paisaje por completo - en una escala más grande, más amplia, con más espacio, para la quebrada para ensancharse, para los cerros para elevarse, para la carretera para tener un trazado más cómodo; y el conjunto, cubierto de espesos bosques hasta la cumbre de los cerros, manto forestal que parece salido del pincel de un pintor impresionista - con cada árbol por medio, una manchita follífera de color claro, y cada otro árbol por medio, una manchita conífera de color oscuro.

Se nos impone la comparación de los tres diferentes tipos de valles que tuvimos desde Jasper. El valle de Jasper-Banff, un libro abierto - de vegetación serrana en las partes bajas de las laderas, y de geología en las partes superiores de los cerros; el valle, más bien quebrada, de esta mañana, entre la doble espiral del ferrocarril y Golden, un despliegue de teatralidad de la naturaleza; y, finalmente, este valle, después de Golden, un entorno de tranquilidad, hasta de majestad, en su regio manto de verde elegancia, sin el menor indicio de la geología subyacente.