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muy bien ideado y hecho, con textos e ilustraciones, y muy bienvenido, de todos los parques, cualesquiera sean, habitualmente de naturaleza o de arqueología, en Vespuccia, y seguramente lo mismo aquí, en Canadá.  Veamos.

Qué gentío. Quizás mañana tempranito será mejor.

Dos son, en realidad, los ventisqueros que vemos desde este segundo campo de concentración donde estamos apretados para la noche.

Son ventisqueros sin duda, pero raquíticos, perdidos en el gran volumen de sus valles, sucios que da lástima, y simplemente no logran satisfacer la expectativa creada por su fama cuidadosamente alimentada por la imaginación febril de los propagandistas profesionales. Puede ser que esta fama estaba justificada en tiempos idos, cuando estos tentáculos de hielo eran dos o tres veces más importantes que ahora, como se puede ver por la sucesión de morenas frontales que dejaron en su retirada.

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Esta mañana, el tiempo sigue inestable, con chaparrones y tímidos rayos de Sol.  Otra vez, al centro de información.

El gentío sigue el mismo que ayer. Qué barbaridad. Lo notable es que fácilmente un tercio de la gente es asiático; parece que la invasión que los Japoneses no lograron por las armas, ahora la logran como turistas. Hasta los excusados están indicados en inglés y en japonés.

Los diagramas y otras explicaciones de este centro de información habrán sido muy buenos, pero, a nosotros, tanto nos repeló, hasta el asco, el bilingüismo anglo-francófono obligado, que no pudimos adentrarnos en la médula de lo explicado.

Para repetir lo ya dicho al respecto, a manera de alivio, el trabajo de encontrar el idioma que uno quiere leer; la imposibilidad de evitar de tropezar el 50/oo del tiempo con el idioma que uno no quiere; los consabidos errores de analfabetismo en el idioma inglés, los ofensivos errores en el idioma francés por gente que no sabe hablarlo bien; la dificultad de tener que leer las explicaciones en texto más tupido y letras más pequeñas que lo normal, ya que una mitad del espacio tiene que ir a un idioma y la otra mitad al otro idioma; y las combinaciones esencialmente infantiles e increíbles de los dos idiomas en los títulos que ninguna palabra puede describir - hay que verlo y todavía queda increíble - todo ello fue demasiado para nosotros y nos fuimos.

Por lo menos, antes de abandonar la lucha, arrancamos tres cositas.