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Después de esta interesante sorpresa, fuimos a un taller mecánico para hacer arreglar el dichoso problema de la transmisión delantera que nos falló aquella noche en la arena al norte de Fort McMurray; y ahora estamos aquí, esperando horas y horas, pero, por otra parte, siempre ocupadísimos con las tareas inherentes de esta Expedición.

Cuando haya terminado el arreglo, no quedará más, si no nos equivocamos, que salir de esta bien cuidada ciudad de Edmonton.

Nos íbamos a olvidar de anotar que la mitad de Edmonton, o por lo menos así parece, está para alquilar. Vimos literalmente un sinfín de carteles ofreciendo en alquiler toda clase de casas, departamentos y oficinas; y muchos ofrecen atractivos como un mes o dos meses de alquiler gratis, o una selección de muebles gratis, y otros señuelos. Paraíso patente para los inquilinos, pero seguramente buen dolor de cabeza para los dueños.

Esta situación se debe, a que la ciudad creció rapidísimo en los últimos quince o veinte años debido a la gran actividad petrolera, tanto en las arenas bituminosas de McMurray como en los yacimientos petrolíferos alrededor de esta ciudad; y a que, hace dos o tres años, la fiebre económica aflojó tanto que mucha gente sin trabajo tuvo que irse. Para quién supiera encontrarse una actividad dentro de las circunstancias presentes, la combinación del tipo de ciudad y de la situación de los alquileres sería una bonanza de primera.

Sí, con transmisión delantera arreglada, salimos de Edmonton.

Nuestra primera parada va a ser Saint Albert, otrora un pequeño pueblo, ahora satélite de Edmonton, donde parece que hay una vieja iglesia de troncos, encerrada en una estructura protectiva.

Saint Albert.  Veamos.

Vimos cuatro paredes, de maderos escuadrados, armadas en 1861; un techo, un piso, hechos en 1929; y bancos de madera blanda, hechos el año pasado; así que la cuestión de la antigüedad de esta capilla será asunto de opinión personal; empero, lo que no tiene en antigüedad intachable, lo tiene en modernismo indudable: para proteger esta estructura que muy bien podría ser un galpón, la parte interna del techo está adornada de dos alarmas - una alarma, contra fuego, y otra alarma, contra robo; ah, pero no está guardada en un recinto protector, sino que está a la intemperie. Verdaderamente, no vale la pena mencionar, y menos visitar.

Estamos por pasar la noche no muy lejos, en campo abierto.

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