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Hoy, nos estamos quedando en el sitio donde pernoctamos. Es viernes. Queremos llegar a Edmonton un día hábil, o sea el lunes. Así, apuro no tenemos; lo que, de ninguna manera, quiere decir que estemos desocupados; al contrario, como ya es la costumbre ineludible, las tareas atrasadas nos aprietan por todos los lados.

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Nos estamos alejando de Fort McMurray; nos estamos alejando, no solamente con nuestra visita a la planta de petróleo crudo sintético cumplida, que fue nuestra razón para venir hasta aquí, sino también con varias yapas que, inesperadamente, aumentaron el coeficiente de interés de este trayecto.

→ Una yapa es nuestro ya mencionado reencuentro con la vegetación sub-ártica, seguramente el último.

→ Otra yapa es nuestro reencuentro con los inigualables cuervos árticos; no nos acordamos si ya lo dijimos, pero, por la duda, vale la pena repetir que dichos cuervos se merecerían un estudio detallado de varios meses, en su voz, su vuelo, su comportamiento.

→ Otra yapa nos vino esta misma noche pasada. A las 0:30, cuando Karel se acostó, había una tormenta y llovía fuertemente; pero a las 2:15, Božka asomó su nariz afuera, y a las 2:15 y un segundo estábamos fuera del coche, tratando de absorber un espectáculo fantasmagórico. Había dejado de llover, la gran mayoría del cielo estaba totalmente despejada y límpida, solamente un rincón del cielo estaba todavía tapado por una espesa nube negra.

  En la parte límpida del cielo, se desarrollaba un conjunto fenomenal de lúminas circumpolares - sí, tuvimos un reencuentro con lúminas circumpolares, esta vez, quizás como despedida para siempre, las mejores que hayamos visto jamás: fuertes, profundas, extensas, permanentemente cambiando de intensidad y de forma, con movimientos, siempre por lo menos perceptibles, y a veces tan rápidos que era fácil preguntarse si no era más bien una ilusión óptica debida a una debilidad de la cabeza. Un aspecto que vimos así por primera vez era que, de las bandas de lúminas fuertes, salían perpendicularmente corrientes luminosas que luego se unían formando una lúmina más pequeña separada de la lúmina madre.

  Todo lo anterior se unía con una aura de luz de Luna viniendo indirectamente de detrás de la gran nube negra en su rincón del cielo.

  Observamos este despliegue hasta más o menos pasadas las tres, cuando se fue debilitando, y nos fuimos a dormir otra vez.