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Preguntamos: ¿no se podría proveer los mapas, de cualquier proyección que fuere, en mediatinta, en filigrana, en alguna forma gráfica, de líneas de iso-deformación, en porcentaje de exactitud, para que la gente pudiera guardar una noción aproximadamente equilibrada de lo que ve sin ser genio en proyecciones?

Además, es también una cuestión de discriminación: ¿por qué ciertos países, y siempre los mismos, están delineados casi a la perfección, y ciertos países, y siempre los mismos, están tan desfigurados en sus perímetros y sus proporciones que parecen martirizados en un instrumento de tortura o ya completamente irreconocibles?

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Desde que perdimos aquella oportunidad de viajar a Eureka, naturalmente no nos quedamos quietos; siempre averiguando, por medio de los contactos que establecimos en las primeras horas que estuvimos aquí, quién manda un avión a dónde y cuándo, en el cual quizás habría un lugarcito para nosotros dos.

Cuando empezamos esta segunda campaña de averiguaciones, pensamos que sería otra vez cuestión de un poco de suerte como la primera vez. De haber sabido, de entrada, las vueltas y más vueltas y los altibajos que nos esperaban, enojosos hasta volverse interesantes, hubiéramos tomado nota de cada detalle; pero, como pasa a veces, uno no sabe qué lo espera, y luego, cuando uno se da cuenta de que podría haber sido algo interesante de anotar, ya es demasiado tarde.  La memoria no da para cada suculento detalle de los acontecimientos.

Lo mismo ocurrió en nuestros contactos con las varias autoridades de los varios países al preparar los aspectos burocráticos de esta Expedición; una simple y llana crónica diaria de dichos contactos hubiese hecho una exquisita novela; basta mencionar como ilustración que, de un país, nos tardó casi dos años de paciente, diplomática e insistente correspondencia para - por fin - conseguir la información que necesitábamos.

De todos modos, volviendo a nosotros aquí, en Resolute, en contrapunto con los demás últimos acontecimientos, justamente gracias a nuestras insistentes averiguaciones, se estuvo perfilando una posibilidad que, por experiencia anterior, no queríamos tomar en serio para evitarnos falsas esperanzas, pero que parece ir cristalizándose tanto que tenemos que empezar a tomarla en serio. Parece que habría una oportunidad de viajar no solamente a Eureka sino también, del otro lado de Ellesmere, a un sitio donde ni siquiera hay pista de aterrizaje, frente a Groenlandia - sorpresa de sorpresas, al islote de un kilómetro cuadrado de los glaciólogos que ya conocemos, y continuando luego el viaje al poblado de Grise Fiord, para volver, eventualmente, a Resolute.