español english français česky

primer contacto con el Gran Lago Slave, uno de los dos grandísimos lagos, se podría decir mares internos, del norte de Canadá.

Volviendo a la cubierta dañada, qué bien se siente uno, teniendo una segunda rueda de auxilio; qué precariedad sentiríamos ahora si tuviéramos que viajar estos centenares de kilómetros sin más rueda de auxilio. Anteriormente a esta situación, ya nos habíamos empezado a preguntar por qué llevábamos dos ruedas de auxilio; ahora sabemos.

Fort Providence nada tiene para atraer, y sí mucho para repeler: cantidades increíbles de mosquitos y de mosquitas - una rareza del idioma castellano designando, por el masculino, una especie de criaturas, y por el femenino, otra especie, totalmente diferente; masculino o femenino, lo único que podemos decir es ¿dónde están los gloriosos días aquellos de 30 ó 40 ó 50 grados bajo cero, y de hielo colgando dentro de nuestro vehículo? Ya no se trata de que piquen o no piquen; su pura multitud envolviéndonos, metiéndose, en las orejas, en los ojos, en el cabello, es algo para recordar. Por lo menos, no hay más tábanos, pero no cambiaría mucho las cosas que los haya; saturación ya es saturación.

Los pobladores de la zona, que son casi todos paraborígenes, parecen no preocuparse mucho por estas pestes; los niños siguen jugando, la juventud sigue caminando; apenas si se ve, de vez en cuando, un ademán de la mano, que no se sabe si es para rechazar una escuadrilla de mosquitos o para saludarnos. Pero no así los forasteros: vimos un grupo de la Universidad de Utah (que, naturalmente, se pronuncia iuta), y todos tenían la cabeza entera resguardada en una careta como los apicultores.

Y no tuvieron que ir lejos para conseguirlas. Están en venta en el negocio de ramos generales no más. También en venta, cuelgan chaquetas ... enteramente impregnadas de repelente anti-peste. Nos preguntamos cuánto tiempo sigue activo el repelente.

Una pregunta es: ¿cómo es que le conviene al negocio tener en existencia esas cosas, cuando los lugareños evidentemente no se preocupan? Otra pregunta: ¿qué hacían los augustos universitarios en semejante lugar? Contestación a ambas preguntas: estamos en la Capital de los Mosquitos; que atrae a los estudiosos; quienes necesitan la protección.

Para tomarlo del buen lado, nos decimos que nos estamos entrenando para los trópicos; pero, ¿quién quiere vivir en semejantes lugares permanentemente, alternando entre fríos extremos y pestes sin piedad? Božka dice que tendríamos que alegrarnos de que, por lo menos, no traen malaria.

. .
*