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Ya empezábamos a sucumbir al aburrimiento de la carretera asfaltada y elegantemente alineada, cuando, por fin, nos tocó, y sigue con nosotros ahora, un trecho del trazado anterior.

Volvemos a sentir todo lo expresado en Terra Nova en cuanto a las diferencias entre las carreteras distinguidas, fáciles e innocuas del modernismo vial, y las carreteras de más aspereza pero más carácter, de antaño.

En este caso, tenemos, lado a lado, la ilustración de las susodichas diferencias. A lo largo de la carretera de la generación anterior, donde estamos ahora nosotros, están preparando el terreno para la carretera de la nueva generación. Están en la primera etapa de los trabajos; así que podemos ver, como si atendiéramos una clase magistral de vialidad, las modificaciones, pequeñas o grandes, o los cambios totales, que los ingenieros viales creen ser necesarios.

A veces, apenas si el nuevo trazado se desviará de un metro o dos del anterior, y si hubo que cortar unos pocos árboles no más; a veces, eliminan toda una curva cerrada y la reemplazarán por un trecho derecho a través de una quebrada por medio de un gran terraplén que, en otras circunstancias, hubiese sido imposible amontonar pero que, con más tiempo y con la maquinaria de hoy, es muy factible; y a veces, el trazado nuevo desaparece totalmente de vista, en busca de la manera de hacer la carretera lo más fácil e innocua posible. Quizás no sea de extrañarse que, después de carreteras tan insulsas, mucha gente sienta la necesidad de correr al parque de diversiones y darse las emociones de una vuelta por las montañas rusas.

Pasando de las elegancias viales a delicias gastronómicas, nos detuvimos en un puesto de Tlinguitas para comprar un poco de pescado ahumado; una delicia de verdad, pescada y ahumada - solamente ahumada - por ellos mismos. Y pescado no les está por faltar: tienen, detrás de su campamento, un lago de unos 160 kilómetros de largo. Lo que sí les puede socavar su quehacer económico, según conversamos, es el nuevo trazado de la carretera: en el mejor de los casos, con la carretera mejorada y asfaltada, los turistas correrán todo lo que podrán, sin muchas ganas de parar para un pescado, y en el peor de los casos, la carretera pasará por un lugar totalmente diferente, y los Tlinguitas se quedarán despojados de su humilde y honesta base económica por completo.

Llueve. Ya perdimos la cuenta desde cuándo llueve o está entre dos lluvias.

Después de mucho rodar, para arriba y para abajo, a diestra y a siniestra, por un mar - por un océano - de árboles, mayormente coníferos, a veces follíferos, llegamos a Watson Lake.

En esta sección de la carretera alaskana, entre Whitehorse y Watson Lake, debe de acechar algún peligro que nosotros desconocemos; el tráfico, casi exclusivamente de turistas, siempre viaja en convoy, o sea que, durante veinte >>>>>>>>