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Hacia el norte, o sea hacia la bahía de Prudhoe, no nos parecía muy interesante después de lo de Tuktoyaktuk, máxime que sabíamos que hace falta un permiso para transitar por la carretera, un caso similar a lo de la bahía de Hudson.

Hacia el oeste, o sea hacia el estrecho de Bering, parecía mucho más interesante, por varias razones.

< Una razón siendo que fue allí que finalmente Bering, o Behring, descubrió, que el llamado Nuevo Mundo y Asia no están conectados, como se había especulado durante mucho tiempo que sería una posibilidad en base a las exploraciones del noroeste de América y del noreste de Asia, con las dos costas acercándose en arco parejo una hacia la otra; que allí, a pesar de las plausibles apariencias, hay un estrecho, su estrecho.

< Otra razón siendo la posibilidad de ver el día de mañana desde el día de hoy; de estar parados en un lunes, por ejemplo, y llegar con la mirada adentro del martes siguiente existiendo al mismo tiempo que el lunes - en otras palabras, llegar a la línea productora de los días calendarios en este planeta.

< Siendo una tercera razón la no-probada y no-probable, e ilógica, afirmación científica de que todas las criaturas vivas, humanos y animales, que originalmente poblaron este continente, pasaron de Asia a América a pie seco por un supuesto puente intercontinental.

< Y habría más acontecimientos relacionados con el estrecho de Bering - como ser el viaje del sumergible Nautilus al polo norte por debajo del hielo, en 1958, dando realidad a un proyecto de 1931 que no había prosperado.

Pero, en este caso, hacia el oeste, la dificultad era la falta de vía de acceso; por lo menos juzgando por los mapas.

En última instancia, poco a poco, entre estas dudas esporádicas, nos inclinamos hacia eliminar el norte y más bien averiguar si no hubiere aunque sea alguna huella que no figurase en los mapas para llegar al estrecho de Bering. Es precisamente lo que estábamos tratando de averiguar con lugareños, en varias instancias ya desde que llegamos al pueblo de Rex, pero siempre con el mismo resultado negativo: no hay ni siquiera una huella hacia la costa oeste de Alaska, salvo huellas de trineos en invierno, cuando el barro y los ríos están helados.

Finalmente, nos convencimos de que no íbamos a ir ni al norte, por decisión nuestra, ni al oeste, por imposibilidad. Además, como humorístico consuelo de circunstancia, ¿para qué tratar de llegar al Estrecho, a lo que parece ser la punta del mundo, cuando en realidad no lo es?

Bien sabemos, por haber visto las rutilantes publicidades, que, de llegar a Nome - al sur del preciso estrecho - encontraríamos "modernos hoteles, negocios