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El problema es que no sabemos qué comimos.

El otro día, cuando comimos oso polar, no nos cupo la menor duda, porque el inglés lo confirma con su polar bear; y cuando comamos rata almizcleña, tampoco tendremos dudas porque el inglés también dice exactamente lo mismo: musk-rat; pero con este fiambre de carnero almizcleño, nuestro estómago y nuestro paladar tienen derecho a confundirse porque, en inglés, comimos fiambre de musk-ox, o sea de ... buey almizcleño. Entonces, ¿qué comimos? ¿Ovino o bovino?  Increíble.  ¿Quizás algún ovibovino?

Lo que sabemos es que no hay que creer las fotografías en las cuales se ve estas criaturas formadas en tremendo arco defensivo de monumentales monstruos antediluvianos - con este aspecto por la simple razón de que se las ve en un limitado parche de su terreno natural, pelado, sin punto de referencia de tamaño. En la realidad, en cuanto a tamaño, son animalcitos mucho más cercanos a lo ovino que a lo bovino.

Aquí, en verano, en vez de pontón de hielo, hay un transbordador. Y dos veces al año, un mes, al finalizar los hielos, a fines de abril, y un mes, al principiar los hielos, en noviembre, no hay ni pontón ni transbordador. Demasiado hielo para un transbordador, hielo no suficientemente firme para un pontón.  Tráfico cortado.

Fort McPherson. Nos despedimos de los gendarmes; nos despedimos del hombre que nos prestó el paraíso de su galpón caliente - y, hoy, nos regaló dos de las tan características placas de automotor, en perfil de oso polar.

Nos detuvimos en el lugar donde nos desbarrancamos.

Extraña, inexpresable, mezcla, de fatalista, lastimosa, resignación por lo que pasó; de apagado, amortiguado, estremecimiento por lo que podía haber pasado en peor; de gratitud por esto que no pasó, por haber podido seguir con lo inmediato e impostergable de la Expedición; de preocupación por todas las incógnitas, de varias índoles, en cuanto al posible arreglo de la carrocería, absolutamente necesario para no truncar, para poder seguir construyendo, esta Expedición.

Hoy, también vimos, como atracción adicional en la cual no habíamos reparado a la ida, unos domos achatados, a ras de tierra, de hielo azulado, casi turquesa, formados por el congelamiento de fuentes termales vencidas por el frío.

Llegamos al campamento de vialidad desde donde tuvieron que mandar la máquina, para pagar nuestra deuda.

Aquí, pasaremos la noche. Estamos en el medio de los montes Richardson que tanto admiramos a la ida y que también admiramos hoy; el campamento se encuentra en su lugar más peligroso y que más atención necesita de la vialidad.