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esa aleación de metales básicos, decidió agregarle un poco de plata: por tal subterfugio, la aleación dejó de ser aleación de metales básicos, se volvió aleación de lujo, y por lo tanto ya no imponible. La casa real inglesa podía darse el lujo de gastar en el precio de la plata para evitarse los impuestos, lo que era fuera de alcance del común de la gente; y hasta hoy, esta aleación de peltre con plata se llama peltre de la reina; así que no es de hoy que data el deporte de circunvenir las leyes, especialmente las leyes impositivas, y no era debajo de la dignidad real dedicarse a tal deporte.

<> La otra cosa de interés es que, si bien es crecida la variedad de objetos fabricados - y cada objeto, a primera vista, muy diferente de cualquier otro objeto - en realidad, todo el proceso se reduce a fabricar unos pocos elementos básicos que, luego, se va agregando unos a los otros en todas clases de combinaciones y de angulaciones para crear así, a costo de fundición relativamente bajo por su uniformidad, una gran variedad de objetos que, para el que no sabe, no tienen relación alguna de forma básica.

Y hacia el norte. Una cosa que no podremos ver, y que no quisiéramos ver, es la máxima velocidad de viento en la Tierra, ocurrida en 1934 en el Mount Washington, a nuestra izquierda: 360 kilómetros por hora; los lugareños, no satisfechos aún con eso, lo dramatizan a 370 kilómetros por hora.

Ya hace rato que dejamos New Hampshire.

Aquí, es el estado de Maine. No hay duda de que ya estamos en una región más septentrional. Ya los bosques son casi exclusivamente de coníferos, y los hay bastante. Ya hay mucho menos población - hay trechos largos sin casa a la vista. Hasta el cielo, hoy, se puso más norteño; es una laja de plomo de horizonte a horizonte. Nos hace pensar en la nieve que, temprano o tarde pero sin la menor duda, vamos a tener que enfrentar; y esto - la nieve y las bajas temperaturas - es todavía una incógnita para nosotros: cómo las vamos a aguantar.

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Pasamos la noche en medio de los bosques. Fue la primera vez que nos encontramos, que pasamos la noche, en un lugar tan aislado y silencioso. Con la excepción de una o dos veces, cuando se sintió el apagado zurrido en una carretera lejana, se oía solamente el caer de gotas de condensación de los árboles sobre las hojas en el suelo.

Esta mañana también fue la primera mañana, desde que salimos de Nueva York, cuando tuvimos un poco de tiempo para no estar demasiado apurados, fue la primera vez que pudimos verificar el aceite del motor así como la presión de las gomas.