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Entre la anotación anterior y la siguiente, pasó un tiempo demasiado dramático, y que sigue siendo demasiado tenso en cuanto al futuro de la Expedición, para que importe cuántos días y noches exactamente fueron; pasó algo que podía haber sido el fin de esta Expedición, todavía podría serlo - pero esperamos con todo nuestro testarudo positivismo que no lo será. Y podía haber sido el fin también de nuestra integridad física. E inclusive de nuestras vidas.  Hay gente que perdió su vida por menos.

Resulta que en ese trecho de camino, relativamente chato, hay que destacarlo, entre los montes Richardson y el pueblo de Fort McPherson - y después de centenares y miles de kilómetros de toda una variedad de hielo seco, hielo húmedo, nieve suelta, nieve compacta, cualquiera de lo anterior, en estado puro o mezclado con ripio; después de haber subido y bajado tremendas cuestas con toda la variedad anterior; después de haber doblado curvas con toda la variedad anterior, cada una, un peligro en sí misma - entonces, sin preaviso y de la manera más brutal, el vehículo resbaló, se atravesó en el camino, el chófer seis o siete veces lo enderezó, dos o tres veces inclusive creyó que lo había dominado, cuando, finalmente, pasó lo que pasó, el coche se desbarrancó y nos volcamos una o dos vueltas - no sabemos - como un tonel, en una hondonada de unos doce metros de profundidad.

Cuando cesó la rodada, Božka fue la primera en reaccionar; preguntó a Karel si estaba bien; él le dijo que sí, y le preguntó si ella estaba bien; ella le dijo que sí. Entonces, todo estaba bien. Algún ángel guardián nos había protegido.

Al principio, todo nos había parecido natural.

* Nos había parecido natural que estuviésemos ambos bien y en pleno control de nuestras fuerzas, sin un rasguño; es recién ahora, a medida que los días van pasando, que nos damos más y más cuenta de que nos podíamos haber roto algún hueso, o de que podíamos haber sido cortados por todo el vidrio roto que se desparramó por todo el interior del coche.

* Nos pareció natural que encontráramos el coche parado en sus cuatro ruedas, y nosotros sentados normalmente; recién ahora, con el pasar de los días, nos damos cuenta de que nos podríamos haber quedado en un costado, e inclusive invertidos con el techo abajo.

* Nos pareció normal - cuando, después de cortar el contacto, para evitar un incendio, tratamos, y no pudimos, abrir las puertas - que pudiéramos abrir las ventanas; pero ahora, con el pasar de los días, nos damos cuenta de que hubiese sido muy posible que no pudiéramos abrir ni puertas ni ventanas, que no pudiéramos salir para pedir auxilio y que quizás nos pudiéramos haber congelado ahí en esa prisión - si bien, estando el coche ruedas para abajo, probablemente podríamos haber despejado bastante la confusión dejada por los vuelcos para prender la estufa de querosén.

De todos modos, abrimos las ventanas pues, salimos totalmente ilesos y, como sabíamos que había otro vehículo que venía en la misma dirección que nosotros, >>>>>>>>