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Anoche, estuvimos observando el cielo desde los primeros indicios de obscuridad y, efectivamente, vimos apareciendo las luminosidades en el cielo en función directa del obscurecimiento del mismo; vimos lo que se podría describir como humo luminoso; a veces, no más que un pequeño arco en el cielo, y a veces, extendiéndose en corrientes de horizonte a horizonte en la dirección de oeste a este - a veces, como una sola corriente, y a veces, en tres o cuatro corrientes, más o menos en la misma dirección.

Sabemos que auroras boreales son más conocidas por sus formas de cortinados o de lluvia cayendo en la lejanía; sabemos que se pueden presentar con todos los colores del arco iris; sabemos que se pueden mover de manera bastante caprichosa, quizás como una bandera flameando en el viento; pero todo ello, no lo vimos. Fue para nosotros, en verdad, la misma impresión de descubrimiento que sería, para una persona mediterránea, el ver, por primera vez, la orilla del mar, aun en un lugar y un tiempo no ideales.

Observamos el fenómeno hasta pasadas las 23 horas, y notamos que hasta tan tarde en la noche todavía subsistía un débil resplandor solar detrás del horizonte, aproximadamente oeste, del cual horizonte con resplandor parecían venir las corrientes de lo que parecía ser humo luminoso; y será coincidencia o no, pero cuando desapareció la luminiscencia solar detrás del horizonte, al poco tiempo después, desaparecieron las auroras boreales.

Las auroras que vimos, también se movían, pero tan lentamente que los movimientos no se percibían a simple vista; el único indicio de movimiento era que, al observarlas a intervalos de medio minuto o un minuto, tenían posiciones diferentes.

Ahora, al ratito de echar a andar más hacia el norte, tuvimos una ilustración de la amplitud, de las vistas del panorama, y de las vueltas de la carretera: nos tardó doce minutos para llegar de un punto de la carretera a otro punto visto en la lejanía.

Después de varios kilómetros de suspenso, finalmente llegamos al círculo ártico. Latitud: 66 grados 33 minutos desde el ecuador; más cerca del polo que del ecuador. Naturalmente, en el terreno, nada de lo que un círculo polar es; todo está en la cabeza.



Sí, nada en el terreno, todo en la cabeza

Estamos en el límite hasta donde la interminable, hexamensual, negrura polar invernal alcanza a reptar - en el exacto medio del invierno como es lógico - aun cuando progresivamente acortada por las varias latitudes circumpolares, y acortada, aquí, a su mínimo, un solo período de 24 horas de oscuridad permanente; y estamos en el límite hasta donde la interminable, hexamensual, luz solar polar estival alcanza a reptar - en el exacto medio del verano como es lógico - aun cuando progresivamente acortada por las varias latitudes circumpolares, y acortada, aquí, a su mínimo, un solo período de 24 horas de luz solar permanente; ¡siendo la exacta mitad del invierno el 21 de diciembre o por ahí, y la exacta mitad del verano el 21 de junio o por ahí, aun cuando la mitología oficial nos quiere hacer creer que estas dos fechas son recién el >>>>>>>>