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la carretera sin que un cartel vial rojo e imperativo nos mande Pare. Y qué sensación de libertad también es poder pasar días enteros sin ver un solo policía.

La carretera está parcialmente, y a veces totalmente, cubierta de nieve, pero muy buena. Desde ayer, viajamos en doble transmisión, y esta mañana, nuestra velocidad está cerca de los 90 kilómetros por hora.

Llegamos al pueblo de Faro.

Aquí, aumentamos nuestra reserva de querosén. Ahora, tenemos unos 46 litros de querosén para enfrentarnos con lo que va a ser los trechos más boreales de esta Expedición.

Aquí, en Faro, también conseguimos captar una emisión radial. Hay que repetir lo ya dicho varias veces: en este país, en cualquier momento que se sintonice una radioemisora, siempre hay algo interesante para escuchar; lo que falta es música clásica; en realidad, hay poca música de cualquier tipo.

En cuanto a noticias del momento, siempre hay de las buenas. Nos enteramos de que, mientras nosotros viajamos tranquilamente por nuestra carretera de Campbell, hubo un terremoto de 5,5 richteres en un punto de la carretera alaskana.

Por fin nos acordamos ahora, y sin razón aparente, de complementar una observación anterior: la desaparición de los kilómetros y la aparición de las millas en la zona del deslinde entre Colombia Británica y Yukon fueron muy pasajeras; al poco tiempo, aparecieron otra vez los kilómetros.

Little Salmon. Pueblito, o mejor dicho villorrio, o mejor dicho la casa que, en los mapas, aparece como pueblo.

La ruta se va adaptando a las sinuosidades de las laderas de un hermoso lago helado cubierto de nieve que parece no tener fin; juzgando por el mapa, el lago tiene unos 50 kilómetros de largo, así que todavía tenemos para rato de hermoso paisaje, a nuestra izquierda. A nuestra derecha, tenemos serranías llamadas Tatchun, palabra cuya sonoridad nos hace pensar en los Mayas; bueno, allí también llegaremos algún día, si Dios quiere, pero todavía falta mucho. Por ahora, vamos a pasar la noche aquí, en el silencio de la soledad y en la nieve.

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Esta mañana, llevados por el mismo valle, desembocamos a orillas del legendario río Yukon, del cual todo este territorio tomó su nombre. Lo estamos mirando desde arriba, allí abajo en su valle; está totalmente congelado y cubierto de nieve.