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cinco canónigos; quizás porque cinco son los nombres que se puede escarbar en la susodicha circunstancia que espera ser mencionada. Así, Ringmann era ciertamente el helenista y quizás un corrector de imprenta; Lud fue el catalizador primero que tuvo la iniciativa de crear la combinación gymnasium-en-su-sentido-antiguo / imprenta; etc.

Pero muchas y variadas debían de ser, por fuerza, las tareas de todo nivel, en una imprenta pionera y manual como era aquella; tanto más que el chispazo americano de esos esforzados canónigos no se limitó a las tres obras cartográficas mencionadas.

Por ejemplo, al segundo mapa, el Universalis Cosmographiae, en doce láminas, los canónigos le agregaron todo lo siguiente:

una "Introducción a la cosmografía, con algunos elementos de geometría y astronomía necesarios a la comprensión de esta ciencia", famosa como "Cosmographiae Introductio" por sus dos primeras palabras en el latín original;

y, para no perder de vista la epopeya americana, la larga descripción de todos los cuatros viajes de Vespucci - porque, en aquella época de rápidos e increíbles acontecimientos, todavía no se sabía, según ya anotamos, que sólo dos viajes de Vespucci eran auténticos y que los demás eran fraudulentas concocciones de viajes inexistentes atribuidos a Vespucci por inescrupulosos aprovechándose de la fama de Vespucci;

y sus propios comentarios, como ser los porqués de la denominación ofrecida "América".

En total, un agregado de no menos de cincuenta y dos folios de prosa, cuatro dibujos y una lámina plegadiza.

De manera que no sería sorprendente que haya habido más de los cinco canónigos oficialmente escarbados.

De todos modos, entre todos los frutos de este empeño, fueron los mapas que se volvieron famosísimos, y entre todos los canónigos, comprobados o intuidos, nominados o anónimos, fue el cartógrafo, formado en el taller del famoso grabador Albrecht Dürer, canónigo-cartógrafo de nombre Waldseemüller, o Hylacomylus, o Ilacomylus, con el significado, en cualquiera de las tres versiones, de "molinero del lago en el bosque", que se volvió famosísimo; en su versión de Waldseemüller.

Un afán mancomunado tan candente que llevó a una superchería.

Resulta que esos canónigos no eran almas replegadas sobre sí mismas y sobre sus fascinaciones sesudas, esperando la providencia divina, sino espíritus resueltamente abiertos al mundo y a los engranajes políticos y económicos que lo mueven, convencidos de que "ayúdate y recién luego Dios te ayudará". Por ejemplo, Gualterus Lud, el catalizador del Gymnasium Vosaguense era también >>>>>>>>