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La misma carta que vimos en la versión checa de 1508.

Así llegamos, de un nebuloso rumor que nos mantuvo en ayunas durante tantos años, primero a una vindicación del rumor, en la versión checa de 1508, y ahora al respaldo, a la raíz, de la versión checa, en esta versión latina de 1504, la fuente más cercana al nudo del misterio.

¿Sería realmente "Albericus" no más que la versión latina de Amerigo o Américo, o tenemos que acordarnos de aquella ponencia respecto a Amt-Eric-a que mencionamos en su oportunidad, ya hace mucho?

De todos modos, uno de los canónigos - una chispa intelectual ciertamente no puede destellar sino en un solo cerebro en un momento dado - uno de los canónigos, no se sabe a ciencia cierta cuál, se vino con la idea de dar a las tierras descritas por Albérico/Américo el nombre de "América", matando así, según razonó, por lo menos dos pájaros de un solo tiro: por una parte, le parecía apropiado honrar así al elocuente autor de las extraordinarias nuevas, y por otra parte, le parecía apropiado, ya que Asia, Africa y Europa tenían todas nombres femeninos, y dos de ellas con A inicial, que ese Mundus Novus tuviese también un nombre femenino y con una A inicial, "América".

Pero, de inmediato, los canónigos tomaron consciencia de la larga duración de la cristalización de su proyecto cartográfico, sin siquiera finalización planificable en firme, con, las traducciones, las mejoras, la ejecución de algunas docenas de láminas, de muchas docenas de folios explicativos; y, como ser canónigo no significa ser insensible a la satisfacción de su propia creatividad, les invadió la aprensión de que alguien pudiera aparecer con la misma idea antes de que ellos terminasen su obra. Entonces, decidieron postergar su obra magna y más bien publicar a la brevedad una obra menor, pero con la primicia de América.

Así vio la luz del día y de la posteridad, en 1507, en el Oppidum Sancti Deodati de Lotaringia, por visión de los canónigos del Gymnasium Vosaguense, toda una secuencia de mapas lanzando al mundo el nombre América.

) Un primer mapa; el más histórico y famoso, por ser el primero en la cartografía mundial en ostentar el topónimo América. Y lo ostenta, tomen nota los usurpadores vespuccianos, no en la futura Vespuccia, ni siquiera en la futura América Septentrional, sino en América del Sur, más exactamente en la parte noreste de América del Sur, el único pedazo de América que figura en el mapa. Mapa pequeño para destino tan glorioso: 43 ó 44 centímetros x 57 ó 59 centímetros; tanto más que la mayor parte de la superficie está ocupada por el tradicional dúo Eurasia-Africa y sus océanos, y que este primer afloramiento del nuevo continente, o sea continente "nuevo" para los Europeos, aparece tímidamente en un rincón, como luna nueva en el horizonte. Mapa de nombre, Orbis Typus Universalis Iuxta Hydrographorum Traditionem.