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verdaderos, no a la francesa - que sería sólo catorce días verdaderos: en Francia, según descubrimos en su oportunidad, si bien una semana consta de siete días, dos semanas, o sea 7 + 7 días, no suman 14 días sino 7 + 7 suman 15 días; une quinzaine, para decirlo en francés. Y las manifestaciones, sin fin a la vista.

¿Cómo no acordarnos de Bolivia y de las huelgas "por tiempo indefinido" que aguantamos? Quizás podríamos sugerir a los Franceses una solución mágica que hizo maravilla en Bolivia para terminar allá una huelga por tiempo indefinido en una ritual comunión nacional; en Bolivia, sumida pues en una huelga "por tiempo indefinido", llegó la semana de Carnaval: por unanimidad, como cosa obvia, no más huelga. La vida es demasiado corta para perderse un Carnaval. No seríamos capaces de hacerlo, pero admiramos la habilidad de poner la alegría de vivir por encima de la dificultad de vivir. Una profunda filosofía. ¿Por qué no decretar un carnavalcito en Francia, aunque ahora en invierno sea?

De todos modos, tenemos la esperanza de que la cosa se habrá apaciguado para cuando lleguemos a Lotaringia.

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Esta mañana, según lo planeado, hacia el sureste; aun cuando inanticipadamente, pero hay que aceptarlo, por el ambiente sólo tardíamente descubierto por nosotros de la parte flandrinófona de Bélgica, en vez de un ambiente francófono.

Ya dicho, estos Países Bajos Meridionales de la época en la cual viajamos - hoy, België - no habiendo dirigido su imperialismo a América, en contraste con los otros Países Bajos, del norte, no son parte de esta Expedición, sólo de tránsito.

Cambio, cambio fundamental de percepción de este viajar. Ni België, ni Belgique, es parte de esta Expedición, pero esta dirección en la cual viajamos se volvió muy mucho parte de esta Expedición.

El mapa acaba de ilustrar que el eje de nuestro viajar tiene, en su punta oeste, la ciudad de Rupelmonde, y en su punta este, la ciudad de Gangelt; que, por lo tanto, estamos viajando a lo largo del eje del limitado terruño - 130 kilómetros en línea recta entre Rupelmonde y Gangelt - que nunca abandonó en su vida un hombre de proyección mundial, Gerhard Kremer. ¿Gerhard Kremer? Sí. Sólo falta tomar en cuenta que vivió en aquellos tiempos cuando hasta los perros ladraban en latín así como ahora ladran en inglés, y aplicar a su apellido, que significa Comerciante, la clave latinizante, y se tiene al instante ... Mercator, Gerardus Mercator, un nombre muy literalmente de "proyección" "mundial", de la proyección de cuadriculado de paralelas tanto para las longitudes como para las latitudes.