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disfrutar, más bien, la elegancia "flamenco - flandrino". Si el inglés puede tener su diferenciación, flamenco - flemish, y el francés puede tener la suya, flamenco - flamand, ¿por qué no podría el castellano darse el lujo de su diferenciación, flamenco - flandrino?

Y, para los enamorados de la palabra "flamenco", todavía quedan los flamencos alados; por lo menos sería difícil confundir ornitología y lo flamenco artístico.

Volviendo a la Belgique que esperábamos y a la België con la cual tropezamos, ¿cómo puede ser que una cisión tan radical de un país - toda la mitad norte hablando el mismo idioma que el vecino del norte, el flandrino, y toda la mitad sur hablando el mismo idioma que el vecino del sur, el francés - no se refleje más radicalmente en la imagen popular internacional del país?

Y nosotros vamos a tener que cruzar - lon-gi-tu-di-nal-men-te - la mitad norte, flandrina. La diferencia con los Países Bajos será que allá preguntábamos preventivamente si la gente hablaba inglés, y aquí preguntaremos preventivamente si la gente habla francés, que sería lo más lógico.

Otro país que, ahora, no sabemos cómo llamarlo porque ninguna de las dos versiones, België, Belgique, es apropiada a la totalidad.

Ah, pero ya le tenemos la solución. Nos olvidábamos de que estamos viajando en el estrato histórico del siglo XVII, y de que, en el siglo XVII, no había tal país, que ni België ni Belgique existía, que estas tierras flandrinófonas eran, muy simplemente, los Países Bajos Meridionales, al sur de los demás Países Bajos.

3) Y mientras estamos estacionados del lado belga de la calle, rumiando lo susoexpuesto, presenciamos un conflicto internacional - se podría decir: dos coches se embistieron con estrépito justito mitad en Nederland y mitad en België. ¿Cómo se delimita la jurisdicción del suceso, y se define las leyes pertinentes? Sólo en una frontera como ésta podría ocurrir semejante cosa. De todos modos, a juzgar por el sorprendentemente cortés comportamiento - "conciliador" no se puede decir porque no había nada para conciliar - de los dos contrincantes contemplando los escombros esparcidos por la calzada de ambos lados de la frontera, no habrá escalada. A lo mejor son amigos, o quizás conocidos, que se encontraron bastante rudamente pero que hacen prevalecer la amistad, o por lo menos la sintonía humana, por sobre una dificultad del momento.

Adelante, pues. Por lo menos, la tranquilidad social en Bélgica parece haberse restaurado.

No así en Francia, donde, según escuchamos en la radio, las huelgas y manifestaciones callejeras ya están en su día quince.  Y quince días >>>>>>>>>>>>>>>>>>>>> >>>>>>>>