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sepultura en tierra y nombrar la tierra en su memoria? Nauta B, esta vez, no objeta.

Así fue que, durante varios días, en la isla frescamente denominada Nikita Shumagin, Steller se entusiasmó con observaciones, botánicas, zoológicas y hasta minerales, y los demás se entregaron a observaciones turísticas; sólo Nauta B, con su depresión, se quedó a bordo.

Cuando todo y todos estuvieron de vuelta en la nave para seguir viaje, vieron que, de dos cosas, una: o acababan de salvarse de un gran peligro, o se habían perdido una gran oportunidad. De la isla donde habían estado, surgió toda una flotilla de embarcaciones del tipo inuk en dirección al Sviatý Piotr, mientras que una horda gritaba y gesticulaba en la orilla.

Un oficial le sugirió a Nauta B darles unos regalitos. Nauta B asintió, para facilitar contactos ... futuros; ahora, no. Y el Sviatý Piotr se alejó hacia Kamchatka.

║ En los días siguientes, se sumaron una terrible tempestad y los estragos del escorbuto. Cuatro muertos fueron tirados al mar. Nadie tenía suficiente fuerza para manejar la rueda del timón. Hubo que inmovilizarla con sogas y dejar la nave a la merced de la tempestad. Parte de las velas la llevó el viento. Nauta B yacía semi-inconsciente y no sabía qué ocurría. Con un cambio de viento, los tres oficiales decidieron volver a América sin decirle nada a Nauta B. Con otro cambio de viento, cambiaron de parecer y apuntaron nuevamente hacia Kamchatka. Hasta que avistaron una tierra que algunos creían que era, y otros creían que no era, Kamchatka. Mientras argüían, la tempestad estrelló el Sviatý Piotr contra la orilla.

║ Cuatro días más tarde, Nauta B moría; por coincidencia, el mismo día cuando Nauta C, de regreso en Petropavlovsk, databa y firmaba su informe sobre su parte de la Segunda Expedición Kamchatkeña para las autoridades en Sanct Peterburg, el 7 de diciembre de 1741. Antes que Nauta B, nueve hombres habían muerto desde el naufragio.

║ Los náufragos sobrevivientes ahora sabían que no estaban en Kamchatka sino en una orilla desconocida. Pronto se enteraron de que estaban en una isla inhabitada, tiranizada por hordas de zorros por igual agresivos, audaces, emprendedores e intrépidos, y por colmo, de carne inedible. Y tuvieron nueve meses para rumiar y sufrir esta desgracia, hasta cuando, después de sobrevivir los rigores del invierno, desarmaron el Sviatý Piotr naufragado y construyeron un Sviatý Piotr más chico, apenas suficiente para los 46 sobrevivientes finales de la tripulación de 76.

Y, mientras tanto, la muy cruel fatalidad quiso que Nauta C, en su expedición privada, en busca, inter alia, de Nauta B, llegó a navegar con su Sviatý Pavel a lo largo de una tierra que le era desconocida, en una niebla tal que, ni él >>>>>>>>