Lo que humanísticamente duele es ver cómo semejante núcleo cultural de la gente común, que podría y debería ser ejemplo para muchas sociedades, está expuesto al incesante, implacable, embate de la incultura vespucciana por la sola razón de que ésta tiene más poder físico de griterío.

Lo que no entendemos es por qué los sellos de correo son tan inexpresivos. ¿Por el acomplejamiento de auto-retraimiento?

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Otro día de espera. Pero, día providencial. Que vivan los temporales, por lo menos que viva éste. Apenas tengamos esta cosa estudiada y digerida, la vamos a anotar.

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Sí, tuvimos otro encuentro providencial, así como ya nos pasó varias veces en esta Expedición - como, por ejemplo, hace tantos años ya, aquel en Mystery Hill, o aquel en Manáos, o, hace poquito no más, aquel en Portugal - aportándonos cada vez algo nuevo y, por añadidura, heterodoxamente sorprendente cuando ya nada nuevo cabía esperar; un encuentro providencial como para poder realizar, por su medio, nuestro deseo de ir a Sanct Peterburg - como otro lugar de importancia americana en Europa - y de, quizás, acopiar alguna nueva faceta de la presencia rusa en América. Algo como Sanct Peterburg viniendo a nosotros ya que no habíamos ido a él.

Lo providencial fue tropezar, entre centenares de libros de la más ecléctica temática general, con una fuente de información, y nada menos que rusa, como hubiésemos tenido gran satisfacción de encontrar en Sanct Peterburg.

Lo nuevo y, por añadidura, heterodoxamente sorprendente resultó ser, en realidad, no simplemente datos a agregar a lo que aprendimos en Alaska sobre la presencia rusa en América, sino, y tanto mejor para nosotros, el tema, para nosotros totalmente desconocido, de los prolegómenos de la presencia rusa en América.

Una historia que es otra ilustración del abismo que frecuentemente separa lo que la vox populi cree ser la realidad y lo que la realidad realmente es. Una historia cuyo título podría ser:

La Saga de los dos Nautas.

Un nauta sumamente célebre, un nauta sumamente desconocido. Tan célebre, tan desconocido, que aunque sólo pensar sea en sus nombres introduciría un elemento de confusión, de desequilibrio, en la percepción de la esencia de la >>>>>>>>