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Pero, mañana, a Andorra, no.

No, porque, mientras tanto, tomamos consciencia de la indiscutible realidad de que este sitio y este momento son, por añadidura, los últimos o sea insubstituibles, y también los mejores, a tan poco tiempo y tan corta distancia de salir de esta cuna de todo americanismo que es España, para poner en orden nuestro acopio de otros enfoques de la Gran Aventura, enfoques quizás algo abstractos pero ciertamente de muy mayor importancia para siglos y siglos dentro de Europa que las incidencias, aventuras, sorpresas, propias de la Gran Aventura misma.

Mañana veremos.

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Sí, esta temática - de causas, abstractas a punto de pasar desapercibidas en su momento, y de sus resultados, avasalladores, cataclísmicos, revolucionarios, a punto de no poder ser ignorados en su respectivo momento - se podría estructurar con rúbricas como ser: 
                                   América naciente vista desde Europa;
                                   Europa vista desde América naciente;
                                   Europa después, mucho después, de Colón.

¤║ América naciente vista desde Europa.

\*/ El proceso de descubrimiento de América, o sea de descubrimiento de la noción de América, padeció no sólo de grandes dificultades de circunstancias físicas a vencer sino también de grandes dificultades de ideas preconcebidas a vencer. Entre estas últimas, ideas preconcebidas científicas, como ser "esto es Asia", e ideas preconcebidas religiosas, como ser "todas las tierras, salvo pequeñas islas, son contiguas como un único cuerpo de tierra rodeado por un cuerpo único de océano para que los descendientes de Adán y Eva puedan propagarse por ellas".

Y costó vencer estas ideas preconcebidas; costó convencerse de que, por ejemplo, esto no es Asia, y de que no todos los continentes son contiguos. En cuanto a este último tema, incluso se trató de salvar el dogma de la contigüidad de los continentes decretando que América meridional, por un tiempo la única conocida, era una isla, isla grande pero isla al fin - sin tener prueba de ello, naturalmente; hasta cuando la evidencia de los hechos aniquiló este viejo dogma de contigüidad de continentes también.

Y había estas profundas cogitaciones a resolver:

. ¿Es posible que haya tierras antípodas?
. ¿Puede haber gente allí?
. Y si la hubiere, ¿cómo podría caminar con la cabeza por abajo?
. ¿O es que está parada en (colgada de) la cabeza con los pies en el vacío >>hacia abajo?