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Es fascinante la ramificación de un idioma moribundo - en este caso, el latín - en tantos idiomas nuevos, con tanta inventiva de diferencias, y tanta conservación de similitudes. Y eso es sólo la estructura superficial. Con apenas escarbar un poquito debajo de la superficie, se encuentra más riqueza lingüística. Hay, en una zona cercana de los Pirineos, un Valle de Aran - no más que un valle - con un idioma sin relación con el catalán o el castellano, salvo su raíz latina, pero relacionado con el idioma ... gascón. ¿Por qué nos sorprendimos de los millares de ramificaciones lingüísticas en la América precolonense, cuando todo, allá, mana no de una raíz madre única, como acá, sino de una sorprendente heterogeneidad y multiplicidad de raíces madres?

Y ahora, hacia el fin de nuestro peregrinaje por la península ibérica - o será lusi-bérica según las raíces portuguesas - hacia Andorra; y hacia lo que, aquí, en Cataluña ibérica, se llama, a veces, "la parte de Cataluña ahora en Francia", o sea el Rosellón.

Y al mismo tiempo, en camino hacia nuestra próxima meta, la lejanísima parte eslava de Europa.

Antes de enfrentarnos con los Pirineos, vamos a pernoctar en un pueblo que nos ofrece la hospitalidad de una plazoleta arbolada; de nombre Ponts.

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A poco de echar a andar, nos detuvimos un rato en lo que queda del monasterio benedictino de Santa María de Gualter, de los siglos XII y XIII, destruido hacia el final de la Guerra Civil española, en 1939 - claro, cuando ya estaba por empezar la grande.

Se tropieza con la Guerra Civil, y sus consecuencias, no sólo en ruinas, como éstas o las del otro día, sino también, frecuentemente, en conversaciones con la gente. Nos hace sentirnos, otra vez, en los estados sureños de la Guerra de Secesión de Vespuccia, donde también, aún hoy, las reverberaciones de aquella guerra nunca están lejos - en monumentos, cementerios, campos de batalla, y conversaciones; claro que salvando la diferencia de tiempo transcurrido desde aquella carnicería y esta carnicería.

Adentrándonos en los Pirineos, curva por curva, subida y bajada por subida y bajada, en una situación muy reminiscente de Banff y Jasper: una cómoda carretera por entre voluminosos, enhiestos, farallones formados por ásperas capas sedimentarias fuera de horizontal.

Llegamos a la iglesia de Sant Climent de Coll de Nargó. Es de estilo románico; del siglo XI; y lo que es más, su campanario es aún más viejo, de época prerománica. Ambos se caracterizan por robustez de construcción - la iglesia, >>>>>>>>