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Está por oscurecer, y oscuridad es lo que no queremos agregar a las angustias de estas calles. En un rincón retorcido en el retorcimiento de las callejuelas, nos apretamos para la noche.  Mañana veremos.

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Sí, Jerez de los Caballeros se acuerda de Vasco Núñez de Balboa, y le honra con una estatua; y cualquiera en la calle, incluyendo escolares de quizás trece o catorce años, según comprobamos, conoce su historia, por lo menos el estereotipo que pasa por ser su historia - pero no como "Balboa", sino como "Vasco Núñez".  Nosotros decimos Balboa, todos los demás dicen Vasco Núñez.

Sí, Jerez de los Caballeros se acuerda de Hernando de Soto, y le honra con una estatua.

E, incluso, Jerez de los Caballeros les dedica a ambos una cuarteta en común:

Igual que la flor de loto
Cuando amanece a la luz
Vasco Núñez y De Soto
Convierten su espada en cruz

Qué mejor sonaría:

Igual que la flor de loto
Cuando amanece a la luz
Vasco Núñez y De Soto
Sus espadas convierten en cruz

En realidad, según vimos ayer, Jerez de los Caballeros no puede esperar para ufanarse de su gloria. En vez de colocar las dos estatuas en algún sitio del pueblo viejo, por donde anduvieron los dos exploradores, colocó a Balboa - perdón, Vasco Núñez, a la entrada misma del pueblo de hoy, que, en tiempo de Vasco Núñez, era campo, y colocó a De Soto, de manera más lógica pero también apurada, a la entrada del pueblo antiguo, cerca de un portal que daba - o impedía - paso por la ciudad fortificada. Claro que, aun si las estatuas fueran colocadas en pleno núcleo antiguo, los dos exploradores no lo reconocerían salvo quizás la topografía de la loma y el laberinto de las callejuelas.

Lo malo es que otro pueblo, Barcarrota, a unos veinte kilómetros, se quiere arrogar el honor de ser la cuna de tan ilustre hijo como lo es Hernando de Soto.  Incluso, tiene un equipo de balompié "Hernando de Soto".

Y Jerez de los Caballeros además se acuerda de Cristóbal Colón, quien también tiene derecho a su estatua.