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Increíble sería que no se hubiesen enterado por los nativos, ya bien antes del tiempo de Hano - así como ciertamente se enteró por los nativos más tarde el Griego Piteas durante su viaje, empezado en 325 a.C., hasta, por lo menos, el círculo polar - de, según escribió luego el propio Piteas, "una tierra hacia el noroeste, a seis días de navegación desde el norte de las islas británicas"; muy probablemente la Islandia de hoy.

Y, una vez la curiosidad agudizada en esa dirección, ¿por qué negarles a los Cartaginenses - tan famosos por aventureros y navegantes como los posteriores Vikingos - la misma mezcla de volición y tempestades que llevó 1.500 años más tarde los Vikingos a América?

Una navegación desde Gibraltar directamente a América, ni sabiendo que hay una América, en aquellos tiempos, fácilmente puede parecer una fantasía de un irresponsable visionario; pero de Escocia, de isla en isla, a América, aun en aquella época, ¿por qué no? Hay que repetir que las naves de los Canaánitas, de los Cartaginenses y aun de los Romanos, eran mucho más poderosas que las cáscaras de nuez del tiempo de Cristóbal Colón.

Y una vez alcanzada América por el arco de islas septentrionales, ¿qué les impedía a los Cartaginenses - y a los Keltiberos también - sabiendo ahora qué hay, dónde, allende el océano, establecer una navegación directa de Gibraltar a América?

El caso de Komassakumkanit.

Imposible sería rumiar este tema sin acordarnos de una sorpresa, entre las varias que nos llevamos en Mystery Hill en cuanto a la presencia de Mediterráneos pre-cristianos en Nueva Inglaterra, la sorpresa de que uno de los vestigios que se aduce de tal presencia es una inscripción rupestre en Komassakumkanit, cerca del cabo Cod, rezando, según los entendidos: "Proclamación de anexión.  No arruinar.  Por ésta, Hano toma posesión" ...

Así siguen rondando los fantasmas cartaginenses por este portal de salida desde el mar mediterráneo hacia ... ¿hacia qué?

Y ahora, por encima del Estrecho, hacia la segunda visión, hacia Africa - el Africa según el inconceptualismo vespucciano.

Bien más allá del desierto. Porque sabemos que aquella costa que vemos perfilándose con notable nitidez en su lejanía de 15/16 kilómetros del otro lado del estrecho, es la costa de Marruecos pero no es la costa de Africa, porque sabemos, desde que estuvimos en aquel Museo Nacional en Washington y estuvimos en Vespuccia en general, que, en contradicción con lo que creíamos saber anteriormente, todo el rectángulo del continente, verticalmente desde el mar Mediterráneo hasta el sur del Sáhara inclusive, y horizontalmente desde Egipto hasta Marruecos, ambos inclusive, no se encuentra en Africa. Y el que no lo creyere, que se vaya al National Museum of African Art en Washington y de inmediato verá que no hay una sola pieza de arte árabe o targui/berberisco, >>>>>>>>