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Nicuesa afirmando que el Darién era terminantemente parte de su futura gobernación. Se llegó a querer dirimir el pleito por duelo. A último instante se evitó el duelo por amigable componenda, según la cual el deslinde entre las dos futuras gobernaciones se establecía a lo largo del río Atrato.

9- Y llegó el momento de las zarpadas.

10- Por una parte, Alonso de Ojeda y Martín Fernández de Enciso, como dos flamantes socios, convinieron que Ojeda se haría a la vela primero, con el armamento que él había traído de España, y que Enciso zarparía apenas hubiese conseguido, con su aporte de capital, otro barco, más pertrechos, armas, provisiones y aventureros. Y así, fue Ojeda el primero en dejar Santo Domingo y largarse hacia su porvenir; con dos bergantines, 300 hombres y, quién sabe por qué, 12 yeguas de cría.

Entre los tripulantes iba el futuro Francisco Pizarro. Otro nombre que había ansiado ser tripulante - pero no pudo ir, por una inflamación de rodilla: Hernán Cortés.

11- Por otra parte, Diego de Nicuesa también tenía todo listo para izar vela, incluyendo el barco adicional comprado y armado por empréstito - pero ni acercarse a sus naves podía; tropezando, cada vez que intentaba embarcar, con una telaraña de intrigas, urdidas contra él sin justificativos, pero con un propósito.

¿Y por quién? ¿Y por qué? Por los aduladores remolinando alrededor del Gobernador Diego Colón. Calculaban que, siendo que el Gobernador estaba furioso contra el rey por el desaire de éste en el asunto de Jamaica, cualquier cosa que ellos, los cortesanos, hiciesen contra los agentes del rey, Ojeda y Nicuesa, aunque los agentes no tuviesen ninguna culpa, y que, de tal modo, hiciesen contra el proyecto del rey, tenía que indefectiblemente hacerlos quedar mejor en las buenas gracias del Gobernador, con todas las subsiguientes ventajas.

Contra Ojeda nada pudieron encontrar.

Pero contra Nicuesa, sí, un pretexto: su deuda por la compra y el armamento del barco a crédito. Y se ingeniaron para ponerle a Nicuesa cuanto obstáculo legal pudieron imaginar para que Nicuesa no pudiese salir hacia su parte de la merced real. Uno por uno, Nicuesa logró obviarlo todo. Finalmente, embarcó su fuerza - 700 hombres con todas las provisiones y armas - y, según lo planeado, la flotilla salió de Santo Domingo ... menos la nave del propio Nicuesa, y Nicuesa mismo; porque ... a último segundo, cuando Nicuesa ya tenía, por fin, un pie en la nave, una gavilla de rufianes le agarró y arrastró ante el Alcalde Mayor, por otra demanda; de 500 ducados. De ésta, Nicuesa no salió. Desesperación.  Todo perdido, arruinado.

Cuando un verdadero, literal, milagro ocurrió: un total desconocido en la alcaldía se apiadó y pagó los 500 ducados por Nicuesa.  Este, con sólo abrazar >>>>>>>>