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Hablando de corridas de toros, se las difunde por radio en directo, con comentaristas a la manera de cualquier partido - si se puede llamar esta barbaridad un partido. Nos parece que corridas de toros y partidos de béisbol tienen mucho en común salvo, felizmente para el béisbol, la sangrienta barbaridad: en ambos casos, parece que nunca pasa nada, no se sabe cuándo va a pasar algo, cuando pasa algo, está terminado en el mismo instante cuando empieza, los comentaristas son artistas en charlar para llenar el tiempo, y las reglas son tan eruditas que sólo los iniciados las aprecian.

Para las noches, tomamos todavía más en serio que de día las severas advertencias que recibimos en Palos en cuanto a asaltos en Sevilla - y es cierto que vimos varios coches con un cristal roto, y varios restos de cristales en el suelo, a la manera neoyorquina. De día, siempre guardamos las puertas de atrás cerradas con llave, nunca dejamos el coche solo; y para la noche, nos corremos, cada vez, unos quince kilómetros a un sitio con ruinas romanas que, de todos modos, queríamos visitar, siempre en busca de comparaciones con los sitios arqueológicos americanos, comparaciones probablemente injustas entre los gloriosos Romanos y los salvajes Americanos. (Otra vez, haría falta una puntuación especial para reflejar el tono irónico o sarcástico de lo dicho.)

Fin de anotaciones varias.

Estas ruinas romanas, también las visitamos. Teníamos interés en verlas porque habíamos escuchado que se trata no de un monumento aislado, ni siquiera de un núcleo, sino de toda una ciudad residencial; tan importante que dio al imperio romano su primer emperador oriundo no de Roma sino de una provincia romanizada, Marco Ulpio Trajano, nacido en 53 d.C., y que educó a otro emperador, Publio Aelio Adriano, sucesor del anterior.

Se trata de una ciudad fundada en el año 206 a.C. y que pervivió hasta los tiempos de la dominación musulmana.

Tuvo un episodio curioso. A principios de su cuarto siglo de existencia, o sea del siglo II d.C., fue ampliada de una superficie aproximadamente igual a la superficie anterior. Esta Nova Urbs, empero, después de llegar a funcionar durante varias generaciones - logró mantenerse unas doce décadas, un siglo largo - se marchitó en la primera mitad del siglo III, mientras que la ciudad anterior, la Vetus Urbs, según se estila oficialmente, en el mismo sitio, lado a lado, siguió funcionando muchas centurias más.

Ahora bien, lo malo del caso es que lo que se ve y visita hoy no es la Urbs entera, Vetus y Nova, no incluye la parte Vetus, que vivió y floreció durante nueve siglos o más; es la parte Nova, que no dejó mucho más que un siglo en sus piedras. Por la simple razón de que la Urbs de larga vida hoy yace, inexorablemente cubierta, aplastada, inaccesible, bajo el casco urbano del pueblo de Santiponce, fundado por sobre esas ruinas ... recién en el siglo XVII.  Por lo menos, así, yace también terminantemente resguardada y protegida,