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Lamentablemente, el regocijo mismo, en particular del primer tercio de Palos, causó una mortal aflicción - en uno de los regresantes. En Martín Alonso Pinzón, quien, al ver a Colón - que él había creído naufragado - centro del alboroto en Palos, decidió no entrar en el pueblo, fue a refugiarse en La Rábida, y ahí se dejó morir. ¿Cuál puede haber sido la razón profunda de tan extraño comportamiento? Y en La Rábida descansa hasta hoy mismo. Y tiene la suerte de que se sabe que es él. No hay dos Martín Alonso Pinzones como hay dos candidatos a Cristóbal Colón, uno en Santo Domingo, uno en Sevilla, cada uno proclamando que es él el auténtico.

¿Y qué mejor punto final para tan excepcional epopeya que el diario de su propio hacedor, el Diario de a bordo de Colón?

Colón se había prometido a sí mismo llevar un meticuloso relato diario. Así cumplió. Ese diario lo obsequió a los Reyes Católicos durante la audiencia real de retorno, en Barcelona. Los Reyes Católicos mandaron hacer una copia y la obsequiaron en reciprocidad a Colón. Copia, lejos de ser fiel, truncada por los dos copistas, quienes incurrieron en omisiones por dejar en blanco palabras y pasajes que no entendían, o en errores por interpretar palabras o pasajes equivocadamente. Y fue esta copia defectuosa que el padre Las Casas resumió, en vez de copiarla integralmente, dejando trechos verbatim sólo cuando eran expresamente palabras del propio Almirante.

Y se perdió, quién sabe cómo y dónde, el diario original obsequiado por Colón a los Reyes. Y se perdió, quién sabe cómo y dónde, la copia defectuosa de los Reyes a Colón. Y es la combinación de resumen y extractos de la copia defectuosa que hoy se llama Diario de a bordo del primer viaje de Cristóbal Colón.  Increíble.

Y ahora, apagadas las visiones, unas observaciones finales, cosechadas de los varios carteles alusivos diseminados por la zona.

⇒► Un cartel (de 1892 - o sea en celebración del cuarto centenario) no pudo negarse el gusto de ostentar una idiotez atribuyendo a Colón el propósito de salir "en busca del desconocido continente".

⇒► Según carteles de dos siglos en sucesión, parece que América sacó cría: un cartel de 1892 glorifica el descubrimiento de "América"; un cartel de 1992 glorifica el descubrimiento de "las Américas". A no ser que sea la incesante propaganda de Vespuccia en imposición de su usurpación, para su uso propio y exclusivo, del nombre "América" que surta efecto, y que sea la conveniencia, si no el servilismo, internacional que dicte plegarse a dicha usurpación del patrimonio continental por un solo país, inculto, descarado, cínico e hipócrita, y con la capacidad de mostrarlo.

⇒► Otro cartel, también centrado en Colón, pero pasando del mar al aire, glorifica el vuelo del Plus Ultra que "abrió sobre el mar de Colón un camino >>>>>>>>