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3.Por su experiencia en el manejo de este tipo de embarcaciones par este tipo de propósito.

Luego, ¿por qué Palos?  Tres razones.

1.Por oportunismo; por la posibilidad que se presentaba a los Reyes de proveer dos barcos a Colón sin gastar un maravedí, aprovechando que el pueblo de Palos iba a ser condenado a algún castigo por un caso de perjuicio a la Corona - justamente por contrabando/piratería - y condenándolo, pues, a la provisión de dos carabelas armadas y tripuladas a Colón.

2.Por la amistad activa entre los monjes de La Rábida y los Reyes.

3.Además, el puerto, interior, al abrigo de vientos y piratas, pero con fácil acceso al mar, ofrecía buena comodidad y buena protección para los preparativos.

Finalmente, ¿por qué no Cádiz?

Por encontrarse Cádiz totalmente atareado con la expulsión de los Judíos. Por Palos también partían Judíos; la mismísima marea del 3 de agosto de 1492 que llevaría las tres naves de Colón desde Palos por el río Saltes hacia la mar, llevaría también el último barco cargado de Judíos expulsados de España; porque justamente en aquella fecha también vencía el plazo dictado para terminar con la gran expulsión. Pero por estar Palos más alejado de los grandes centros, partían por él en menor cantidad.

▓▓ Así, en este Palos, aparece Cristóbal Colón, con Real Provisión en mano, seguro de una imperativa y rápida disponibilidad de los barcos y marineros comandados.

Se puede escuchar su voz, o la voz del escribano público, en la plaza entre el fuerte y la iglesia, anunciando su castigo al pueblo: "... como por algunas cosas fechas y cometidas por vosotros en deservicio nuestro ..., fuisteis condenados a que fueredes [fuereis] obligados a Nos servir tres meses con dos carabelas armadas a vuestras propias costas y expensas ... "

Pero, para desmayo de Colón, con la Real Provisión en mano, ni barcos ni marineros acatan la orden.

Otra vez, a La Rábida.  Otra vez interviene el providencial fray Juan Pérez.

Fue recién por recomendación e intercesión de fray Juan Pérez que el respetado armador Martín Alonso Pinzón ofreció su carabela, la Pinta. Emulando este ejemplo, un hermano de él, Vicente Yáñez Pinzón, ofreció su carabela, la Niña. Y ya estaban las dos naves, partes del castigo real.

Faltaban los marineros, y la cosa no era fácil. Nadie quería, con o sin Provisión Real, enfrentar el riesgo muy vívido para ellos, de navegar hasta la >>>>>>>>