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También vimos en Portugal, con inordinaria frecuencia por distancia recorrida, fábricas de bloques celulares de tierra roja. Tampoco puede ser para uso local. ¿Hasta dónde es lucrativo transportar un producto tan barato, pesado y bultoso?

Parece que Portugal septentrional se presta más a cultivos con troncos (árboles, vid) mientras que, en el sur, vimos grandes extensiones de cultivos sin troncos (cereales, tubérculos).

Portugal está viviendo, y nosotros con él, en un horario de luz solar algo torcido: a las 8, apenas si amanece, a las 21, todavía hay luz solar; todo ello, parece, para satisfacer exigencias de homogeneización horaria en Europa occidental impuestas por países para quienes, como por casualidad, el arreglo significa una luz solar más equilibrada, práctica, agradable, de 7 a 20.

¿Mencionamos ya que, en Portugal, los supermercados tienen un aspecto de depósitos que se podría aceptar con buena gracia, benevolencia y comprensión solamente en sitios pioneros, como vimos en el Artico o en la Amazonia, pero que resulta subdesarrollado en vanidosa, presuntuosa, Europa occidental?

En cuanto a la comida dentro de los supermercados - o sea, en nuestro caso, frutas y verduras mayormente - Božka siempre se vuelve con alguna queja: que no hubo rabanitos, que no hubo apio, que no hubo remolacha, que de lechuga hay un solo tipo, que escarola no hay, que un kilogramo de papas o de cebolla vale tanto como un kilogramo de frutillas, que pescado hay pero no muy fresco, que no hay jugos naturales que no sean reconstituidos de concentrados, que, aunque quisiera chorizos y salames, los hay, pero todos secos (una vez, Božka contó 25 tipos de chorizos y 13 tipos de salames, cada uno con su nombre y precio, así que no hay error por duplicación), que de aceite hay dos tipos, aceite de oliva y aceite "vegetal" anónimo sin especificación del vegetal ni de la manera de extracción.

Ah, si comiésemos bacalao salado ... de éste hay montañas.

En pocas palabras, una impresión peor que en supermercados de igual tamaño en Brasil, en Iberoamérica, en América toda.

No es inhabitual escuchar Negros hablando portugués como idioma materno; así como escuchamos Negros en Francia hablando francés como idioma materno; así como escuchamos Negros en Vespuccia hablando inglés como idioma materno. Es esta variedad portuguesa de un mismo fenómeno que, por fin, nos hizo medir el drama que es, para una etnicidad, la obliteración de su idioma, vale decir de su manera de pensar, y la pérdida que es, para la humanidad, el empobrecimiento de la biodiversidad lingüística y conceptual. En Haití, los Negros, por lo menos, en vez de hablar el francés de sus esclavizadores, lo metamorfosearon brillantemente en un nuevo idioma que, si bien utiliza sonidos franceses - sería difícil decir "palabras" francesas, utiliza también maneras de pensar africanas, y que ni sus ex-esclavizadores entienden.