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servido de base, en aquel tiempo, a este frontispicio, de broma o de falsificación.

Lo cual, empero, aunque fuese en lo cierto, nada cambiaría a aquellas otras derivaciones - de la sigla - las cuales tienen base histórica y se bastan a sí mismas.

*3) Yendo al tercer sospechoso en el frontispicio, la fecha M.CX.II, o sea MDCXCII, o sea 1692, el astuto decodificador, por una parte, ofrece una opinión, por otra parte, hace alarde de otro virtuosismo criptográfico.

>- La opinión está basada en dos textos externos a la fecha.

•) El primer texto es la primera parte del frontispicio, desde "Theatro" hasta "suas Conquistas", aquella parte que al indagador, en un principio, le había parecido inocente de criptografía pero parte que, eventualmente, también llegó a despertarle sospechas, y por sólo sus tres últimas palabras "y suas Conquistas". Las principales familias del reino, ¿no lo son ipso facto también de las conquistas? ¿No era ello una redundancia impuesta por necesidades criptogramáticas? Y se abocó a una transliteración, según el procedimiento anterior, de portugués al hebreo.  Con curioso resultado.

•) El otro texto se encuentra al verso de la página del frontispicio; está no en portugués sino en latín, y pretende ser un extracto de una epístola de San Jerónimo. Muy obviamente, todo, pura fantasía. Suficiente razón para sospechar y para transliterar, esta vez, de latín al hebreo.  Con curioso resultado.

Resultados combinados: una historia de seis pergaminos escritos por el propio Colón/Zarco a instigación de su confesor João Eanes de Sá, escondidos en la orla de una tapicería, luego mudados, para mejor ocultamiento, a un hueco en una pared de convento, luego desaparecidos, por todo cuanto el astuto, quizás en este caso, atrevido investigador sostiene, más por intuición que por deducción, que esta fecha de 1692 no es la indicación del año en curso cuando se efectuó la publicación sino la indicación del año en el futuro elegido por el propio Colón/Zarco en conciliábulo con su confesor y amigo - dos siglos después de la llegada de Colón/Zarco a América - para dar a conocer al mundo su verdadera identidad y su verdadero pasado.

De que esta opinión sea correcta, no vimos la prueba. Pero de que haya que conceder seriedad a los textos y las transliteraciones que le sirven de trampolín, creemos haber visto dos pruebas.

Una prueba de seriedad: el astuto decodificador tuvo la minuciosidad de notar que en el texto en latín hay un error ortográfico - pribitate e vez de probitate - y tuvo la industria de descubrir que este error no era accidental sino incorporado a propósito, por la necesidad de contar con ambas letras, la correcta y la equivocada en la construcción del anagrama.