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otro declive; por lo que pasamos a la segunda sorpresa, a saber por qué tal sistema de seguridad no existe por lo menos en otras bajadas difíciles como ésta y, mejor, en todas las bajadas largas en general.

Mientras estábamos anotando lo anterior, nos llegó encima otra sorpresa.

En esta llanura de 300 metros de altitud y levemente bajando, de repente se abrió ante nuestros ojos un verdadero paraíso terrestre con la increíble vista (después de los desiertos, las nieves, las lavas, que habían sido nuestro mundo en estas semanas pasadas) de árboles en flor - frutales con flores color rosa oscuro, amarillo, blanco - también de flores de adorno, y también de praderas de un verde tan fresco como solamente en primavera lo puede haber, y naturalmente con muchas florcitas de praderas esparcidas por entre el pasto. Es realmente como pasar de un planeta a otro. Hasta hace pocos minutos, nos asombrábamos una y otra vez ante la majestad y grandeza de los coníferos aquellos, y ahora nos da como un sopapo, una bofetada, la delicadeza de formas y colores de estas multitudinarias flores de frutales, de estas individualistas flores de adorno, de estas praderas en flor.  Qué contraste.

Hasta cuando nos estamos aproximando a la ciudad de Springfield, no nos cansamos de admirar este nuevo tipo de tapicería.

En verdad, no tendríamos que habernos quedado tan sorprendidos ante este nuevo ambiente porque tendríamos que habernos acordado de que, al aproximarnos a la costa de los estados de Oregon y Washington, y de la provincia de British Columbia, nos estábamos aproximando a la única zona, del inmenso territorio de América del Norte, con un clima marítimo, no muy frío en invierno, no muy caluroso en verano, y bastante lluvioso.

Es interesante imaginarse el cuadro climático general de América del Norte:

en su lado levante, está cortada de lo que hubiese sido la influencia moderadora del océano Atlántico, por el esfuerzo combinado de la frígida corriente del Labrador y de la caliente corriente del Golfo;

en éste, su lado poniente, está cortada de lo que hubiese sido la influencia moderadora del océano Pacífico, por la cordillera de América del Norte, o sea de las montañas Rocosas y otras;

al contrario, en su lado norte, está abierta de par en par a la heladera del Artico;

y por su lado sur, está abierta de par en par a la caldera del golfo de México, uno de los mares más calientes del planeta;

⇒ de manera que, dentro de este rectángulo, las ambituras fácilmente alcanzan extremos, tanto hacia arriba como hacia abajo, con cambios que, en ciertos lugares, pueden alcanzar 40°C en pocas horas; y de manera que se explica que >>>>>>>>