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> Un claustro, con columnas que son, cada una, un despliegue de inventiva decorativa; con encajes pétreos colgando por los cuatro costados; con capillas de bóvedas impresionantes.

> Incluso, en contraste, un hemiciclo, mejor dicho una herradura, de siete capillas radiando desde un espacio central, inconclusas desde hace siglos, con la curiosa circunstancia de tener las partes terminadas ya totalmente decoradas con una impresionante profusión de encaje pétreo, cuando la parte faltante lo deja todo a la intemperie.

> Una acumulación de estilos, por causa de los siglos que duró la construcción, desde 1388 hasta no terminarse en 1533; de ojival radiante, de ojival flameante, de encaje y repujado pétreo del estilo llamado manuelino, hasta llegar a incluir los principios del renacimiento. Un fascinante abanico de estilos, de lo sobrio a lo exuberante.

> El monasterio de Santa Maria da Vitória da Batalha de Aljubarrota, levantado en cumplimiento de promesa hecha por el rey dom João I a Santa Maria ("i" en portugués) si los Portugueses salían vencedores sobre los Españoles en dicha batalla, en 1385.

                                 

 

 

 

 

 

 

 


                                  El Monasterio

La parte no terminada es una adición decidida a posteriori, por otro potentado; por lo tanto no estaba incluida en la promesa original, por lo tanto no hay incumplimiento de palabra.

Una obra en plena maduración y florecimiento en las décadas cuando Colón, y sus compañeros y émulos, podrían haberla visto.

Parece que no lejos de aquí, en dirección hacia Lisboa, por donde nos toca viajar ahora, hay otro monasterio, otro agradecimiento, esta vez por una victoria sobre los Arabes. Si bien es muy anterior a Colón, sus compañeros y émulos, lo veremos mañana.

Ahora, vamos a pernoctar en una calle cortada adyacente a este monasterio ex-dominico, así como pernoctamos en una calle cortada adyacente a la iglesia todavía dominica de Santo Domingo en Oaxaca.

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Visto el otro monasterio. Mejor dicho abadía. Abadía de Santa Maria de Alcobaça. La victoria agradecida en este caso es de 1147, y la abadía, consecuentemente, del siglo XII. En un estilo de transición del románico al ojival. Aspecto totalmente opuesto al aspecto de la Santa Maria da Vitória de ayer; totalmente descarnado se podría decir; en parte, por la esencia misma del estilo, y en parte, porque esta abadía, a más de ser un monumento a la victoria de los Portugueses sobre los Moros, también es un monumento al vandalismo y la rapiña de los Franceses del signore Napoleón Buonaparte. Lo rapiñado, no vimos, pero algo de lo vandalizado vimos, incluso en un sarcófago de 1304. Vandalismo aún más injustificable que el vandalismo de los Españoles en América.
          
                                    La Abadía