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- La gente nos resultó, hasta ahora, muy amable, hasta solícita, en contradicción con lo que tantas veces escuchamos contra los Franceses; pero siempre únicamente como consecuencia de un pedido de dirección nuestra - en dos casos, incluso, la persona se ofreció a guiarnos con su propio coche - y sin nunca manifestar interés en lo que hacemos. Salvo una vez, cuando un hombre se acercó con la profunda pregunta de si nuestro motor tiene seis u ocho cilindros. Ocho, le dijimos; lo que fue el final de la conversación. Y no es que los Franceses sean inamistosos. Nos dejan en paz; nos miran; hasta, a veces, nos saludan de la cabeza; pero no establecen contacto; en tajante contraste con los Ingleses.

- En Francia, también se dan casas con una de sus esquinas subiendo directamente del pavimento.



¿Será peligroso estar en el rincón de esta esquina?

- Panaderías hay como hongos después de una lluvia. Panaderías pequeñas, artesanales; donde pan caliente es un culto, y pan de menos de dos a cuatro horas, una exigencia: vimos, en París, una panadería con el horario de sus hornadas de pan caliente a lo largo del día.

Pero la cosa no es tan romántica como parece, por lo menos no para nosotros. El pan favorito de los Franceses es una mezcla de harina lívida y aire. Encontrar pan del comestible no es tan fácil. Una vez, de tarde, encontramos una panadería con una unidad, una sola, del pan comestible. Pero la panadera se disculpó de que era viejo - de la mañana. Lo compramos igual. La panadera nos dijo que podríamos encargar uno para el día siguiente. Bien, encargamos; con nuestro nombre debidamente anotado en un cuaderno de pedidos. Y a qué hora, nos preguntó la panadera, lo vendríamos a buscar, para que lo tenga listo, calentito, para dicha hora. Al día siguiente, a la hora convenida llegamos - puntualmente, no nos hubiésemos perdonado fallar - y el pan estaba esperando, calentito. Tres panes de este tipo estaban esperando, calentitos. Los únicos tres panes de este tipo que el panadero había amasado y horneado. Compramos dos.

- En este país de radiación cultural, analfabetismo, del casero, o sea perdonable, no falta. Attelier en vez de atelier; étrangér en vez de étranger; des marchand, en vez de des marchands.

- Vale decir que, así como no hay similitud entre las vidas diarias del mundo anglo-europeo y del mundo anglo-americano salvo el idioma, así no hay similitud entre las vidas diarias de Francia y de Québec salvo el idioma - y con las limitaciones lingüísticas prácticas que, en su oportunidad, observamos en Québec.

En Québec, ni pan calentito ni orinales a la vista. Québec, en su vida diaria, es mucho más como el mundo angloamericano que como el mundo francoeuropeo.

Es de notar, empero, una diferencia entre el binomio Francia y Québec, y el binomio Inglaterra y la parte angla (en oposición a la parte hispana) de >>>>>>>>