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En cuanto al subrepticio absurdo de rebajar la entonación de una nota pegándole a su nombre el "nombre molificado" de otra nota por completo, la cosa es así. Hubo un tiempo, y todavía es así en inglés, cuando la nota Si se llamaba B. Esta nota B fue la primera con la cual músicos inventivos experimentaron con desviar su entonación para abajo antes de retornarla a su entonación natural. Y la entonación más baja les pareció molificada en contraste con la entonación natural. Llamaron esta nota de entonación rebajada B mol; que, en realidad, es Si blando. De manera que decir, por ejemplo, Mi bémol (en francés; bemol, en castellano) es decir la absurdidad Mi Si-blando; etc. ¿Por qué estos doctos cerebros no se quedan con la esencia primera de los músicos experimentadores de hace tantos siglos atrás, y no llaman sus notas rebajadas, por ejemplo, Mi mol, sin el absurdo Si.

Todos estos azulejos están argamasados en el dial por las habituales emisoras de ruidos de fondo populares que parecen el denominador común de todas las latitudes y longitudes.

Y todo ello, salvo Azulejo I, o sea academismo estricto, y Azulejo VII, o sea música clásica, toma intensos placer y orgullo en presentarse con un vocabulario enriquecido de dos maneras.

.) Primera manera. Por profuso salpicado y ostentación de palabras groseras, soezas, de todo calibre de vulgaridad, como si fuera la única y más obvia manera de expresarse. (Azulejo VI tiene la obscenidad por encima.)

.) Segunda manera. Por profuso salpicado y ostentación de palabras inglesas. Penoso, realmente penoso. ¿Es que el idioma francés ya no es capaz de expresarse o de crear palabras nuevas? En ningún otro país, ni en Québec siquiera, observamos semejante autocontaminación.

Mientras cada pueblito francés, según lo estamos viendo, tiene un monumento con los nombres de sus muertos en defensa de la patria - centenares de millares de muertos - millones con vida traicionan lo más preciado, substancial, primordial, de una nación, una cultura, el idioma.

Otra observación; que nunca se nos presentó en radiodifusoras de otros idiomas (castellano e inglés): en cuanto a elocución, más exactamente a las barbaridades en la elocución.

a) Notamos, salvo en Azulejo I, que aun ciertos locutores no saben la diferencia de sonido entre "côte" (costa) y "cote" (cota) [pronunciando la ô y la o ambas cortas y abiertas en vez de pronunciar la ô más larga para compensar y ocupar el tiempo de la "s" desaparecida, y también pronunciarla más cerrada]; que no saben que "autre" requiere el sonido largo y cerrado como ô y lo pronuncian otre, corto y abierto.

b) Notamos, aun en Azulejo I, el uso descuidado de una regla básicamente cuerda, la de evitar un posible choque ineufónico entre palabras, cuidando de ligar la última letra de la primera palabra con la primera letra de la palabra siguiente: