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La variedad de versiones estantes puede parecer sospechosa e invalidante de la realidad de los acontecimientos relatados; pero es suficiente pensar que un acontecimiento callejero ocurriendo ahora mismo tendrá dentro de media hora, si no dentro de medio minuto, por lo menos dos versiones; es suficiente pensar en nuestra Expedición misma y en las pasmosas mezclas de verdades, verdades torcidas y puros inventos por parte de los periodistas en los relatos periodísticos refiriéndose a ella, sin que nada de la confusión invalide su irrebatible realidad.

No es extraño, que acontecimientos de cierta complejidad o duración, contados por tradición oral o, peor, por tradiciones orales, antes de ser asentados en forma escrita, resulten desfigurados por confusión o permutación de tiempos, lugares, hasta personajes; incluso que así sufran en la forma escrita misma, por tratar ésta de conciliar las varias tradiciones orales.

Todo el tema de la interpretación en términos modernos de acontecimientos, envueltos en la distancia de siglos idos, en la falta de relatos escritos fehacientes por observadores contemporáneos de los hechos porque no se consideraba éstos de importancia futura; envueltos en las ya apuntadas inconsistencias mutuas entre transmisiones orales posteriores a los hechos; envueltos en las adaptaciones o sea torceduras impuestas por las versiones escritas posteriores a las versiones orales en un esfuerzo para conciliarlas; envueltos en los estilos cada vez más ornamentados y poéticos de las versiones sucesivas, es un tema de hondo interés.

Tal interpretación es la ardua tarea de investigadores modernos. El investigador moderno tiene que, primero, separar lo aparentemente racional de lo aparentemente fantasioso; luego, ver, olfatear, colegir, dentro de lo aparentemente racional, lo utilizable y lo inutilizable por su grado de especifidad, y dentro de lo aparentemente fantasioso, lo legítimo expresado en forma figurada y lo puramente inventado sólo por parcialidad; y, al mismo tiempo, el investigador moderno tiene que detectar errores, confusiones, y también expresiones que, en su cultura original, no significan lo que parecen significar literalmente; y, a veces, el investigador moderno tiene que tomar en cuenta cambios físicos ocurridos entre los tiempos de los acontecimientos y sus propios días de hoy, como ser cambios de costas marítimas por cambios de nivel del mar, sedimentación, etc.

La interpretación de lo aparentemente fantasioso en hechos prosaicos es de especial deleite y muy ilustrativa. Tomando ejemplos del relato de las aventuras de San Brendan,

→ cuando dice que una roca en la cual los monjes se quisieron amarrar se movió >>y se hundió, 
  …es suficiente entender que se trata de una ballena cubierta de escaramujos >>> y algas que descansaba y que, al ser tocada, se zambulló;

→ cuando dice que, en una isla, los pájaros cantaban en polifonía y que los >>monjes les respondieron con su polifonía, 
  …es suficiente entender que los pájaros cantaban muy lindamente y que los >>>>monjes se quedaron maravillados;