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Segunda noche. Cerca de un cuartel de bomberos. Bomberos parecen ser siempre de mente abierta y hospitalaria; en contraste con la policía que, en Vespuccia, siempre nos dio sólo problemas en vez de la consideración que siempre recibimos de la policía en cualquier otro país americano cuando la solicitamos.

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Octavo anochecer más tarde.  Quinto día en el estado de Maine.

Otra observación sólo incidental a nuestra meta de Halifax y Europa; sólo incidental, pero seguramente algún día nos interesará tenerla en nuestras Crónicas; o quizás - se nos insinúa la idea - podría ser un presagio de algunos autóctonos de Europa.  Fue así.

Nuestro cruce de Maine fue puntuado por la búsqueda y compra de seis neumáticos nuevos y de una segunda batería nueva, por los inevitables quehaceres varios, y - a este nivel intelectual - por cuatro conversaciones callejeras respecto a esta Expedición; conversaciones de interés más allá de su interés del momento.

Los cuatro interlocutores, por separado, tuvieron suficiente materia cerebral y suficiente noción de qué es qué, como para darse cuenta de la enormidad de lo que hicimos hasta ahora, como para poder expresar ideas inteligentes inteligentemente, y como para no interpretar la palabra "panamericana" como que vamos a, o venimos de, Panamá, en contraste con el habitual vacío vertiginoso al cual nos resignamos en los cráneos anglos - o quizás sólo vespuccianos de origen anglo ... esto es todavía un tema para elucidar.

Ahora bien, el interés más allá del interés de la conversación está en el denominador común de estos cuatro hombres de la calle. Los cuatro tienen genes no anglos sino latinos, genes de Québequenses emigrados, y de Acadienses expulsados, a Maine. Lo que sugiere una pregunta obvia. Y la respuesta la observaremos en Inglaterra y en Francia.

Como consecuencia de estas calidades culturales, nos embargó la culpabilidad de por qué no habíamos detectado este fenómeno durante nuestro primer cruce de Maine, y nos embargó la duda de qué otras lagunas en nuestras observaciones podría haber dónde. Pero, después de un tiempo, se aclaró radiantemente el panorama: en el tiempo de nuestro primer cruce de Maine y, se puede agregar, de Québec, todavía no había espectacularidad en la Expedición, no había oportunidades de conversaciones callejeras y no había base para estas observaciones. De hecho, estamos comprobando que nuestras observaciones efectuadas en los principios de la Expedición son correctas y repetibles hoy, desde descripciones de los bosques de Maine hasta descripciones de la radiodifusión canadiense.

Mañana, a cruzar New Brunswick hacia Halifax y Europa.