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asientos, que los asientos sean doblado, y que tantos pasajeros de pie como sea necesario - cuatro, cinco, seis - se aprieten hacia un costado para dejar el espacio frente a la puerta despejado. En el primer caso, alguien con dificultad para caminar quiso subir, y el vehículo se "arrodilló" para facilitarle el esfuerzo. Y en el segundo caso, alguien totalmente inmovilizado en silla de ruedas fue alzado por un montacarga ad hoc, y amarrado, con su silla, en el espacio dejado por los pasajeros anteriormente sentados.

Esta es la solicitud oficial para con los menos-válidos. La solicitud individual para con los menos-válidos es bien diferente. Una empedernida indiferencia. Y cuanto más joven la gente, que es la que primero tendría que respetar y ayudar a los menos-válidos, peor. Cuántas veces vimos tres, cuatro, siete, escolares, estirados como bajaes dueños de su asiento y cacareando en toda la altisonancia de sus energías juveniles y de su mala educación mientras alguna persona de alguna manera menos-válida, incluso, alguna vez, apoyándose en un bastón, quedaba de pie en el traqueteo del autobús. Dicho en estadísticas, de, digamos, veinte casos cuando nos hubiese parecido que alguien tendría que haber cedido su asiento a algún menos-válido, en sólo dos o tres casos así ocurrió, y cada vez el oferente fue una persona ya pasada de primera adultez, nunca un jovencito.

Es que esos jovencitos van a la escuela para aprender a leer. Y, aun con su vacilante capacidad, entienden muy bien el siguiente cartel pegado, en cada autobús, sobre dos o tres asientos en la parte de la única entrada al autobús:

          "If requested, you must give this seat to the disabled."

Carteles aparentemente solícitos, reflejo tan fiel de su sociedad desalmada que ellos también son desalmados, por tres razones:

el pasajero, aun en un tal asiento marcado por la ley, no tiene la obligación de cederlo "salvo que un inválido lo requiera formalmente", "if" requested;
  entonces, y con más razón, el pasajero en un asiento no marcado por la ley no tiene la obligación de cederlo aunque el inválido se lo solicite;
   y el cartel se refiere a inválidos solamente. ¿Y los menos-válidos, las mujeres embarazadas, los ancianos, las mujeres, o incluso algún hombre, con criaturas en brazos?

¡Vaya sociedad!

Otros carteles se refieren (oficialmente pues) a otro aspecto de los medios de transporte público en Nueva York:
) Den vuelta a sus sortijas para que no se vea sus piedras.
) Guarden sus pulseras y relojes escondidos.

Otra aventura en un autobús neoyorquino que sufrimos fue recorrer la famosísima Avenida de "las Américas" en su trecho más céntrico, elegante, concurrido, turístico: