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El caso más parecido en otro país nos ocurrió ni siquiera en Venezuela sino en Guyana; y aun así, en Guyana, había más base para la persecución: habíamos cometido el crimen de tomar una fotografía - de una plazoleta, creemos acordarnos; aquí, en Fort Lee, ni eso.  Nada.

El caso es tal que destila la esencia de una sociedad, enferma, ya sea en su realidad o en su percepción de su realidad, y temerosa de la podredumbre de sí misma.

Resulta que, esta mañana, nos habíamos mudado de los basurales/bañados al barrio de Fort Lee de la megalópolis circun-neoyorquina, a la entrada al puente Washington a Nueva York para estar más listos en momento oportuno. Nos estacionamos en una calle al costado del estacionamiento de un centro comercial, por la tranquilidad de la calle. Mientras Božka se ocupaba de tareas domésticas en el vehículo, Karel fue a ver qué había dónde en el centro comercial.

Había cruzado el estacionamiento en dos direcciones, regresaba en triángulo hacia el vehículo y, en camino, se había parado a mirar una "cartelera de barrio" o sea avisos varios de carácter local, siempre interesante como pulso de una comunidad, cuando, de atrás, lo acometió un policía llegado en patrullero, como si Karel hubiese sido un malhechor; y qué hacía, por qué miraba la cartelera, de dónde venía, a dónde iba, dónde vivía, con quién estaba, por qué caminaba por aquí y por allá, y documento de identidad (que desapareció en el bolsillo del idiota). (En un país que se vanagloria de no tener documento de identidad pero donde el registro de manejar sirve tal propósito - nos preguntamos cómo hace la gente que no tiene registro de manejar).

Lo muy diferente de cualquier hostigamiento anterior - incluyendo la acción policíaca a gran espectáculo contra nosotros en Washington - y lo muy interesante, es que, en este caso, nuestro vehículo no estaba a la vista, no había conexión entre el vehículo y Karel, no puede haber habido ninguna influencia de un vehículo extraño con una inscripción extraña; era Karel solamente, como persona, y una persona totalmente asimilada al ambiente de la raza y tipo predominantes, pero con el crimen de no haber hecho como todo el mundo, a saber de no haber caminado en línea recta de un coche a un negocio o del negocio al coche.

Eventualmente, la policía y Karel llegaron a nuestro vehículo. Y, mientras tanto, había llegado otro patrullero, llamado por radio ante lo peligroso del sospechoso (Karel) y de las posibles, imprevisibles, ramificaciones.

Finalmente, llegó por radio el informe de que Karel no es un asesino, ladrón, estafador, etc. Y probablemente también de que no tenemos la intención de asesinar al Presidente.

"Y probablemente también de que no tenemos la intención de asesinar al Presidente."  Esto último no es un chiste.  Para ingresar por primera vez a >>>>>>>>