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indicios precursores tragándose los desafortunados automovilistas? ¿Más probablemente un trecho de autopista elevada desplomado sin indicios precursores? No, una carretera en terreno muy firme. Pero un banco de niebla. ¿Setenta y cinco vehículos, por un banco de niebla, un banco de niebla que, seguramente, no apareció ahí por milagro o génesis instantánea?

Pero no nos extraña. Nos imaginamos muy bien esa horda de conductores; cada conductor, obediente- y legalmente atado en su cinturón de seguridad, cada conductor, obediente- y legalmente a la velocidad máxima permitida, por lo tanto con la consciencia tranquila del deber cumplido y por lo tanto liberado de cualesquiera responsabilidad e iniciativa personales; y por colmo, después de tantos miles de carteles regulando su cada vuelta de rueda, ahora sin cartel gritándole "idiota, despacio, niebla". Apoteosis de manejo por automatas programados. Un accidente que no podría ocurrir de México para el sur.

También traen las ondas radiofónicas advertencias de no ir a la no muy lejana ciudad de Philadelphia - recuerdos de la Filadelfia de los Mennonitas del Paraguay.

No dicen abiertamente "no vengan", sino que dicen "accidente aquí, accidente allá, embotellamientos, frecuentemente de veinte minutos, una vez, cerca de una hora, y aquí y allá, y más". No dicen abiertamente "no vengan", sino que dicen "con los cuatro últimos asesinatos, Philadelphia batió su propia maximarca anterior de asesinatos".  No, gracias.

Philadelphia, la ciudad, por otra parte, de tantas primicias vespuccianas que se la podría considerar la germinación de Vespuccia más que el sagrado Plymouth o el nebuloso Roanoke: la primera escuela pública para niños negros (1750), la primera sociedad abolicionista de la esclavitud, la primera facultad de medicina para mujeres, la primera facultad de medicina para varones, la primera escuela de artes gráficas, la primera biblioteca de préstamo de libros, el primer banco, la primera casa de monedas, la primera bolsa de acciones, el primer diario, el primer barco a vapor, la primera compañía de bomberos, la primera cárcel zoológica, las primeras patrullas de perros de policía en un tren metropolitano para combatir su ola de delincuencia.

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Esta mañana, hacia la zona de Amishes y Mennonitas.

Por los caminos más segundarios que podemos encontrar porque es de suponer que es en lugares apartados que deben de vivir gentes que quieren quedar apartadas de un mundo empapado de, macerado en, pecaminosidad.