español english français česky

aire, centrales nucleares son un pacto con el diablo, líneas de alto voltage siembran daño por donde pasan, centenares de miles de jóvenes fueron ordenados arriesgar sus vidas para guardar las fuentes de petróleo; y los ciudadanos pagan, de una forma u otra, estos gastos innecesarios.


Aquí se ve

VV Despilfarro: en uno de los accidentes vehiculares que vimos - con los dos coches normalmente en sus cuatro ruedas, fuera de la calzada, sin interferencia con el tráfico, escaso de todos modos, y todo el mundo en sus dos pies - tres patrulleros de policía.  Tres patrulleros.

VV En la radiodifusión.

~ Muchos programas hablados; muchos, con participación telefónica de los oyentes. Casi exclusivamente sobre temas de actualidad o de vida práctica; nunca tropezamos con temas "intelectuales". Cuando hablan los expertos invitados, puede volverse bastante interesante. Cuando hablan los oyentes por teléfono, no hay más necesidad de ir a pasar un rato al café de la esquina para escuchar algún vecino analizar y salvar el mundo.

~ En el renglón música, a más de música clásica, escuchamos, pero sólo breves momentos, y segregados de la música europea como si fueran parias, músicas de Adzerbaidyán, Etiopia, Bengal.

~ (Claro, todo ello, en los 10/oo inteligentes del dial; en lo restante, el mismo desierto de siempre.)

VV  Los barrios residenciales nos hacen pensar en los barrios residenciales de Buenos Aires y de Asunción del Paraguay, por las arboledas; claro que no por la construcción de las casas, de bastidores aquí, de mampostería, allá.

VV  Interesante yuxtaposición. 
    1812:  los Ingleses, como ya dicho, queman el centro de Washington.
   1846:  Un Inglés - Smithson, falta decir - dona los fondos para el establecimiento, en Washington, de la hoy muy famosa institución que lleva su nombre, la Smithsonian Institution, con 14 museos y algo de 134 millones de objetos.

VV Una combinación de dos imágenes distingue el barrio de oficinas de Washington de sus homólogos en cualquier otra capital: la imagen de los escaparates con frutas frescas en venta por unidad, brillando al lado de los habituales puestos de comida chatarra; y la imagen de los trabajadores de oficina, trotando, mayormente a la hora del almuerzo, en los centenares, pero también a cualquier hora, aun, según vimos, temprano de mañana, a las 7, a las 8, aparentemente como medio de locomoción para llegar al trabajo con tiempo para refrescarse y cambiar de ropa en la oficina. Naturalmente, las frutas, lustradas como nunca existen en la naturaleza; y los trotadores, en sus mallas de trotar cuyos carnavalescos recortes y colores seguramente condicionan su psique tanto como el trotar condiciona sus cuerpos.