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Otro dilemita para el futuro. ¿Tratar de solucionar el problema a golpe de teléfono de larga distancia o viajar a averiguar a una ciudad más grande? Qué felicidad que no tropezamos con tal cambio de fabricación cuando compramos nuestros nuevos juegos por vía aérea en Quito y en Santiago.

>> En el renglón de arreglos del vehículo en general, lamentablemente se acerca el momento cuando ya no podremos postergar decisiones, cuando habrá que tomar decisiones - y aceptarlas.

>> Por radiodifusión.

~ Un rebaño de renos siberianos apareció en la costa de Alaska. Vaya, vaya. Unica explicación: esos renos no saben leer y por lo tanto no estaban enterados de la imposibilidad de cruzar de Siberia a Alaska salvo por el dogmático "puente" de Bering, y sólo en tiempos de glaciación, decretados por los eruditos.  ¿Dónde se esconden éstos, ahora?

~  El alcalde de Washington fue arrestado por posesión y uso de cocaína.

~ Escena de opereta en el drama de Panamá. En la invasión de Panamá, fue un triunfo vespucciano anunciar el descubrimiento, en una oficina gubernamental, de 50 libras de cocaína envuelta y disfrazada en hojas de bananos. Ahora, resulta que no era cocaína sino ... tamales, envueltos - sin disfrazar - en hojas de bananos.  Increíble.

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Pasaron unas semanas. No hay mayormente apuro para las habituales anotaciones porque todavía no nos vamos, pero hoy sufrimos un ejemplo tan flagrante, atropellador, de la, lamentablemente ya conocida por nosotros, mezquina, rabiosa, solapada, forasterofobia vespucciana - y peor, sureste-vespucciana - que tenemos que anotarlo de inmediato.

Estábamos, y estamos ahora mismo, en la biblioteca pública con, naturalmente, nuestro vehículo en el estacionamiento, atareados, con consultar el diccionario en la biblioteca, y con escribir a máquina en nuestro vehículo, como lo habíamos estado haciendo con cierta frecuencia en estas últimas semanas - de manera que ya estábamos bien conocidos por la bibliotecaria en nuestros propósitos y nuestros modales de tranquilidad, al contrario, sufriendo nosotros la mala educación de los parroquianos charlando a voces como si la biblioteca fuese su patio particular - cuando, de repente, apareció como flecha un patrullero de policía, y otro, y otro, rodeando nuestro vehículo como si hubiesen descubierto peligrosos fugitivos de un asalto a un banco; y nos ordenaron, sin dar razón, largarnos del estacionamiento y no pisar más en la biblioteca pública - pública, por favor.