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honestamente lo que la gente honestamente necesita y nada más, como se hace en Calafate, en Mitla, y en miles de otros sitios tan "subdesarrollados" que todavía son inocentes de cualquier malicia subliminal.

>> Otro ejemplo de la ciencia del manipuleo del público tenemos en mano hace mucho, un anuncio a toda página sacado de una revista. Cada vez que nos pasa por las manos en nuestro archivo, lo suficientemente infrecuentemente para hacerlo cada vez un nuevo descubrimiento, nos parece una inenarrable pieza de museo en la explotación de la, nos duele decir, innata idiotez de cierto público, por parte de maestros manipuladores.  Se trata de una heladera.

Por otra parte, por qué extrañarse, cuando se ve, como vemos en el laboratorio del fotógrafo, un público que no sabe cómo abrir su cámara, que no sabe cómo colocar un rollo nuevo, que trae a revelar rollos, de punta a punta sobre-expuestos, sub-expuestos - o, increíblemente, totalmente no expuestos.

Ya nos regocijamos una vez con la heladera. Una segunda vez no vendrá mal. Y, dice el anuncio, "esa heladera es tan inteligente, tan 'computarizada', que cuando la puerta queda abierta un rato, como por ejemplo para poner o sacar algo, y la 'temperatura' interna por consiguiente se eleva un poco, un modernísimo sensor totalmente 'computarizado' lo indica al usuario, y el usuario puede reprogramar la 'computadora' a una 'temperatura' más baja con sólo un dedo". Vaya qué maravilla. Nos maravillamos qué "computadora" - bueno, procesadora, para utilizar la palabra correcta - nosotros tenemos en nuestros sesos, que siempre supimos que, al abrir la puerta de una heladera, la ambitura interna subirá un poco, y que conviene cerrar la puerta pronto o bajar el termóstato.

No sabemos si maravillarnos, ante la osadía de los expertos publicistas de creer que el público es tan idiota para tragarse semejante anzuelo, o ante la posibilidad de que, si los expertos así lo creen, el público sea realmente así.  De todos modos, en Mitla y Calafate y mil otros lugares, eso no lo vimos.

>> En el renglón de averías, también notamos, muy lamentablemente, que una de nuestras cubiertas tiene un tajo en su capa externa a mitad de altura del costado. No nos explicamos cómo - en ciertos otros países, sería fácil de explicar, con tantos desechos en el suelo, pero, en Vespuccia, las calzadas sí son limpias. Y concluimos, muy lamentablemente, que no podremos evitar comprar cubiertas nuevas. Y nos enteramos, buscándolas, muy lamentablemente, de que ya no se fabrica nuestras cubiertas con exactamente la misma numeración y capacidad - el inconveniente, cuando Vespuccia se decide a pasar del antiguo sistema medieval al sistema métrico; y de que, muy lamentablemente, nadie por aquí sabe cuál es la nueva numeración apropiada; y de que, de todos modos, muy lamentablemente, nadie por aquí tendría tales cubiertas. Además, como consecuencia del cambio, se perfila la posible necesidad de comprar no una cubierta o aun dos, sino todo un juego de seis cubiertas por lo incorrecto de mezclar cubiertas de diferentes numeraciones.