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diaria de tan infinitesimal desliz. En cambio, aquí, el entorno es siempre el mismo, y como las baterías no se recargan, por estar estacionario el vehículo, no utilizamos luz eléctrica, andamos estrictamente por el reloj solar y sus cambios; lo que facilita la percepción diaria de los infinitesimales alargamientos.

Andar estrictamente por el reloj solar significa: arriba, de la cama, impacientemente ya veinte minutos antes de los primeros albores e ir vistiéndose a tientas para aprovechar el día desde el primer asomo de visibilidad; y, a la cama, no antes, pero no después, de veinte o treinta minutos después de noche cerrada, porque, antes, hay que aprovechar hasta el último minuto, y después, nada más se puede hacer.

Y, en estas condiciones, por una parte, cuando el día se hace implacablemente más corto y el tiempo dolorosamente no alcanza, cuando la noche aprieta cada tardecita implacablemente más temprano e interrumpe inapelablemente cualquier trabajo en curso, uno se da muy cuenta del irresistiblemente progresivo aplastamiento por las tinieblas antes del geotropio; y por otra parte, cuando por fin, con el geotropio, el aplastamiento cesa de empeorar, y más bien afloja, muy por cierto uno se da muy cuenta del paradisíaco alivio de ver las lúgubres paredes de la noche apartarse nuevamente poco a poco y dar nuevamente más tiempo para más actividades.

Y, en estas condiciones, uno entiende - y siente - como nunca podría sentir y entender un citadino desconectado del ciclo de la naturaleza, el porqué del culto de un dios-Sol; y uno siente, como nunca podría sentir de otra manera, especialmente tomando en cuenta las explicaciones místicas y no naturales, de fenómenos naturales, el pavor de ciertas sociedades ante la retracción irresistible, y, en sus ojos, posiblemente final, del dador de vida solar; y, luego, el alivio del retorno, a último momento, gracias a los sacerdotes, del salvador dios-Sol.

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Hoy, primero de enero.

Justamente esta noticia, como primera escuchada al prender la radio. En las cárceles de Vespuccia, hay presos inocentes condenados en base a falsificaciones por parte del fiscal acusador (framing by the prosecution) como, por ejemplo, testimonios que el fiscal instigó sabiendo que eran falsos.

Hay controversia en cuanto a qué porcentaje de los presos es inocente, pero una cifra llega al diez porciento. La prueba de que esta situación es realmente así, es que, por los esfuerzos de una organización encabezada por un sacerdote, dedicada a desenmascarar las falsedades cometidas, algunos de los >>>>>>>>