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Y tuvimos oportunidades de admirar la minúscula, precisa, delicada, geometría de los increíbles cristales de la escarcha polvoreada en las hojitas - a veces, concentrada en una fantásticamente delicada orla, destacando el minúsculo relieve de sus cristales alrededor del perímetro de las hojas.

Y tuvimos oportunidades de admirar la robusta e irregular refulgencia, a la vez reflectora y translúcida, de la mono-glacial capa de enhelado estrechamente ceñida como estuche o ganga de hielo alrededor de hojitas, tallos, racimos de bayas - estrechamente ceñida pero, frecuentemente, hirsuta de fantasiosas estalactitas en desafío de la gravedad; y a veces - aprovechando el follaje menudo y denso de un cerco vivo - extendiendo, uniendo, sus gangas, de hojita en hojita hasta encerrar todo el cerco en una sola, sólida, masa de hielo de muchos metros de longitud.

Y tuvimos la oportunidad de preguntarnos qué diferencia, en qué, causa tan notable diferencia en los resultados. Ahora, sabemos.

Y la cosa es simple y lógica - cuando se sabe. Todo depende de la frecuencia de asentamiento de las gotas de agua, y, en cierta medida, del tamaño de las gotas, dentro de una franja de ambitura más bien angosta cerca, por debajo, de cero grado centígrado. Con una similitud y una diferencia entre los dos fenómenos.

El ingrediente idéntico en ambos casos es que una gota de agua marginalmente debajo de cero grado centígrado - o sea fría a lo máximo posible sin llegar a congelarse - que se asienta en un objeto más frío aún, se congela en un cristal.

Ahora viene la diferencia.

Si la gota siguiente se asienta en contacto con la primera gota, cuando la primera gota ya tuvo tiempo de afianzar su cristal bien por debajo de cero grado centígrado por el mayor frío viniendo del objeto, la segunda gota forma su propio cristal, y, por la acumulación de cristales, se va formando la escarcha.

Si, al contrario, la gota siguiente se asienta en contacto con la primera gota cuando el cristal de la primera gota está todavía demasiado cerca del punto de derretimiento, la segunda gota, por una parte, derrite parcialmente la primera gota, y por otra parte, no puede formar su propio cristal, y ambas gotas se congelan en una escama; y, por la expansión de la escama con otras gotas en mismas condiciones, se va formando el enhelado.

En otras palabras, a igual nivel de ambitura apropiada para el fenómeno, cuanto menor es el aporte de agua - ya sea por la más lenta frecuencia de asentamiento de las gotas o por el menor tamaño de cada gota - tanto más probable es que se forme escarcha; y, a la inversa, cuanto mayor es el aporte de agua - ya sea por mayor frecuencia de asentamiento o por mayor volumen de las gotas - tanto más probable es que se forme enhelado.