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y sin duda, hay que arreglarlos. Pero ¿en qué medida? - ¿así no más, con la esperanza de que aguantará hasta el final de la Expedición; más a fondo, con la seguridad de que aguantará hasta el final de la Expedición? Además, ¿dónde? Fuimos a varios talleres, como escapadas durante el procesamiento de las fotografías, a pedir presupuestos con la perspectiva, se entiende, de escuchar una variedad de precios - pero la variedad con que tropezamos es inconcebible: para el mismo trabajo, los extremos de cotización fueron de 150 a 400. Como para no animarse, de pura aprensión.

Sin duda, y sin sorpresa después de tanto tiempo en tales condiciones, la mecánica del vehículo requiere más consideración preventiva que jamás. Pero ¿en qué medida? - ¿a fondo, como hicimos siempre hasta ahora, o así no más, con la esperanza de que aguantará hasta el fin de la Expedición? Además, ¿dónde? Creíamos saber dónde, porque se nos había recomendado un taller. Pero, una vez, se nos empezó a inundar el carburador, seguramente una suciedad, y a aquel taller fuimos. Hicieron el trabajo, pero se olvidaron de re-conectar una manguerita, y no ajustaron la tapa del filtro de aire a total satisfacción - no muy convincente para otros trabajos.

Otra duda: ¿sería inepta, pueril, o sería cuerda, hasta constructiva, la idea de mandar hacer, ya que estamos en fotografías, una selección de fotografías para alguna aleatoria exposición?

Otra duda: ¿más bien seguir con la Expedición ya mismo, dado que el propósito para el cual desviamos hasta Shallotte está cumplido - pero con el inconveniente de llegar a Nueva York en pleno invierno, algo más peligroso que viajar por el Artico en invierno - o bien quedarnos aquí, a hacer la selección de fotografías para una exposición aleatoria, y también a re-descubrir todas nuestras crónicas desde el principio de la Expedición, algo que, de todos modos, nos gustaría hacer algún día por supuesto? o sea ¿invernar así aquí, y echar a andar a Nueva York en primavera?

Qué agobiador fue haber sido lastrados, durante todas estas semanas, por este entrecruzamiento de dudas, y sin solución porque, por una parte, no hay base racional, y, por otra parte, teníamos la mente demasiado ocupada para que tuviera la posibilidad de concoctar alguna idea novedosa.

Qué agobio es tener que tomar decisiones para las cuales no hay base de juicio. Ni siquiera sabemos cuándo y cómo exactamente va a terminar esta Expedición, cuánto tiempo todavía vamos a depender de nuestro vehículo.

Oh; no. Olvidémonos, por ahora, de dudas; por lo menos, tratemos de olvidarlas por ahora - falta otra tarea hercúlea: la antología del inconceptualismo vespucciano y de las ineptitudes del idioma inglés, hundiéndose mutuamente en una desintegración mental.

¿Cómo vamos a hacer eso?  Mañana, empezaremos, con energía matutina.