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grande aproximadamente como la palma de la mano, de fibras lignosas preservadas, no solamente bien individualizadas sino hasta sueltas, y, hasta cierto punto, flexibles, un poco como se ve en la lana de vidrio. Algún día, este espécimen se mostrará al público; por ahora, descansa en un cajón, envuelto en papel de seda, y bajo llave.

Finalmente, estos depósitos de sílice moldeada demuestran, una vez más, que cierta gente no le tiene respeto a nada y que vendería hasta su propia madre para llenarse los bolsillos, y rápido. Resulta que, en los años siguiendo el descubrimiento de esta irrepetible belleza de la naturaleza, lo primero que ocurrió fue no una reacción de admiración y protección, sino una corrida para construir molinos con el propósito de reducir estos tesoros irreemplazables a polvo esmeril; hasta que, por fin, el gobierno intervino y formó el parque nacional que hoy proteje estas joyas, de gigantescas a microscópicas.



Casucha hecha de este material ... ¡hace mucho!

Muchos de estos llamados troncos tienen vacíos adentro con cristales de amatistas y con ágatas. Razón para reventarlos, antes de reducirlos a esmeril.

Hoy, está estrictamente prohibido llevarse ni la más mínima pizquita de sílice moldeada; sin embargo, según nos dijo un guarda, el parque pierde toneladas del material cada año. Lo que nos causó regocijo fue que, a la salida del parque, hay un cartel que reza "Inspección de vehículos más adelante" y que, según nos dijo el guarda, una vez al mes, la administración del parque viene con un camión a la zona del cartel y recoge grandes cantidades de sílice moldeada echadas al borde del camino por toda la gente que no tenía bastante respeto de la ley para no llevarse lo prohibido pero sí tenía bastante respeto de la ley para deshacerse de lo prohibido a último momento.

Lo que nos hace acordar de otra astucia por parte de guardianes de un tesoro irreemplazable, el archivo de grafiti de pedigrí de El Morro. La administración allí acondicionó una gran superficie de pared, con un cartel que reza, parafraseando ahora de memoria: "Si Ud. tiene que garabatear, hágalo aquí." Qué profunda cordura. La perfecta receta para ciudades sufriendo de grafitismo juvenil; y para dar a la juventud la posibilidad de expresarse legalmente y sin arruinar propiedades.

Es este llamado "bosque petrificado" un lugar que no necesita tal título doblemente engañoso para ser muy interesante.

¿Cómo habrán reaccionado los miembros de la expedición de Vásquez de Coronado en 1540 al llegar a este fantasmagórico mundo muerto, sin el conocimiento de cómo ocurrió, como se lo tiene hoy?

Más generalmente, ¿cómo reaccionaban, qué sentían, reptando a pie, a caballo, paso a paso, en estas rudas vastedades desérticas que, aun medidas en velocidades modernas, son grandes; sin el conocimiento de qué hay dónde, como se lo tiene hoy. A menos de 50 años después de Colón en Guanahaní. Bastante increíble.